Ha dejado dicho Mariano Rajoy que cuenten con él para la campaña electoral autonómica cuando toque. Apoyando, naturalmente, a Alfonso Fernández Mañueco, que va de allá para acá asegurando dinero para el campo o repartiendo contestaciones a ministras. En el acto electoral al que vino don Mariano el candidato a alcalde, Carlos García Carbayo, insistió en la Salamanca tecnológica por la que apuesta y que pondrá a la ciudad, dijo, a la cabeza del mundo. Se nos vino arriba, pero está bien ponerse metas altas, más cuando estaba apabullado por las torres catedralicias. Fue un acto electoral al aire libre, entre solemnes piedras catedralicias, a escasos metros del jardín de Calixto y Melibea, pegando a la calle del Arcediano que evoca al Libro del Buen Amor, próxima a la famosa Cueva de Salamanca, pero fue, sobre todo, un acto en el que estábamos todos pre congelados por el frío. Cosas del viento, decían. En ese patio hay unas corrientes tremendas, y eso que la Puerta de los Carros estaba cerrada. Menos mal que Rajoy sacó ese humor suyo tan gallego, a las finas hierbas, con la elegante ironía de los de Pontevedra y la sorna de quien está de vuelta de todo. Que lo está. Y calentó el ambiente con un discurso que por momentos parecía una pieza del Club de la Comedia. No tiene rival en el escenario y sin una mala palabra ni una voz más alta que otra. Tampoco el vicepresidente Gallardo enseñó los colmillos a los periodistas porque lo suyo va de otra cosa. Que las encuestas me dan tres, pocos me parecen; que todo el mundo habla de un escándalo en una consejería, oiga no he oído nada así que no tengo opinión. Tudanca, el líder socialista regional, que va de «tranqui» por la campaña, confía en que el resultado del domingo que viene impacte en la política regional. No me atreví a preguntarle si adelantando elecciones o no porque quién soy yo.

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Sí, queda menos de una semana. Todo llega, también la boda de Tamara Falcó, cuyo vestido de boda tiene al país en un sin vivir, y el regreso y fin de Indiana Jones. Nuestra investigadora Conchi Lillo presentó el viernes su libro «¡Abre los ojos!» y sí, hay que abrirlos para lo que viene, pero también las orejas porque la última semana de campaña electoral suelen verse y oírse cosas de todo tipo, así que prepárese. Ahora que el Centro Municipal Integrado de la Plaza de Trujillo ha incorporado una exposición de vestuario charro quiero informar a nuestros candidatos de que la Asociación del Traje Charro atraviesa dificultades por el futuro de su sede. Vamos, que se quedan sin ella, como nosotros sin una frecuencia ferroviaria, y esto es duro para una asociación de este perfil. Tengo pendiente una conversación con la profesora Feli Cañada, pero si algún candidato quiere ir avanzando puede hacerlo. Hablo de una asociación que mantiene esa parte sustantiva de la tradición, nuestro traje charro, sencillamente enseñando a confeccionarlo y convocando la Ofrenda Floral a la Virgen de la Vega como una formidable pasarela de nuestro vestuario tradicional. Daré más detalles, pero sí, estoy preocupado, sin llegar al nivel de nuestros candidatos ante una semana intensa. La víspera de la jornada de reflexión se entrega en El Regio el premio empresarial CEOE-Cepyme a Isidoro Alanís, presidente de Global Exchange, con el que coincidí esta semana en el Paraninfo en el Día de la Empresa que organizan los de la Facultad de Económicas, tenía a su lado a Eustaquio Andrés, anfitrión estos días del torneo de golf de LA GACETA. Un día antes, Alumni Salamanca, ha organizado una cata de despensa salmantina que conduciré, aún con resaca de la fiesta de María Auxiliadora. Espero estar a la altura.

Y luego está la lluvia que se anuncia. Por fin. Regará estos últimos días de campaña electoral y quizá repare algún destrozo provocado por la sequía, aunque parece difícil. Será molesta para las bodas, comuniones o graduaciones, entre otras celebraciones, de estos días, pero nadie se quejará o al menos no lo hará en voz alta. Sería inoportuno.

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