No es que la vivienda en Salamanca sea cara, sino que los salmantinos somos pobres. Ocupamos el puesto 15 de vivienda más barata de las 50 provincias españolas en el índice de Idealista, no está tan mal. Lo que ocurre es que la mayoría de los salmantinos, que nos seguimos considerando de clase media, pertenecemos en realidad a la clase baja, que se define precisamente por sus problemas para acceder a la vivienda. Y ese es el enfoque correcto para atajar el problema: promover una economía que dé lugar a ingresos más altos, con menos proporción de funcionarios y más de puestos altamente cualificados, en la que la gran mayoría de los sueldos y beneficios permitan un acceso fluido a ese bien básico. Teniendo la Universidad que tenemos, no debería resultar tan complicado, pero sí es cierto que es una estrategia a largo plazo y que la situación requiere otro tipo de urgencia.
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Me alivia saber que el Ayuntamiento ha rechazado la propuesta del PSOE de limitar los precios de la vivienda y no me explico que se sigan proponiendo medidas cuya perversidad ha sido ya más que probada. En Berlín, el caso que más en profundidad conozco y sufro, tuvo como consecuencia la retirada del mercado de hasta el 40 % de las casas y un aumento de precios del 30 %, además del surgimiento de un mercado negro cancerígeno. En Suecia, la medida tumbó incluso al gobierno que intentó aplicarla.
Pero eso no quiere decir que convenga quedarnos de brazos cruzados. Hay alternativas. En Viena, funciona muy bien un modelo que se remonta a la Primera Guerra Mundial, basado en la construcción de vivienda pública. Más del 60% de los habitantes viven en vivienda pública y hay también muchas cooperativas sin ánimo de lucro que desarrollan y gestionan viviendas asequibles, todo ello en alquiler. Desde enero rige en Berlín un nuevo plan de vivienda de bien común, con el que los propietarios reciben ventajas fiscales si alquilan permanentemente entre un cinco y un quince por ciento por debajo del precio del índice de alquiler a inquilinos que tienen derecho a un certificado de elegibilidad de vivienda (WBS). Puede ser una buena idea. Por ahora, esta oferta solo está dirigida a personas jurídicas, es decir, empresas sociales, cooperativas, asociaciones y fundaciones, pero se está estudiando su ampliación a los propietarios particulares y siempre en referencia a viviendas que cumplen ciertos criterios de eficiencia energética. Y sobre todo, para agarrar por los cuernos el acceso a la vivienda, es necesario hacerlo con transparencia. No es creíble un dato de inflación del 3 % en enero en España, el 2,7 % en Castilla y León, con subidas del precio de la vivienda del 12,7 % en Salamanca respecto a enero de 2024, no salen las cuentas.
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