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DE LARGO ALCANCE

A vista de pájaro

Me resulta tan bochornoso que la neocasta haga y deshaga pactos sin hablar de programa, sino solamente de quién va a quedarse con qué sillón

Lunes, 19 de junio 2023, 05:00

Como corresponsal en Berlín, asisto a innumerables conferencias de prensa y conversaciones de fondo sobre asuntos de dudoso alcance y que difícilmente pueden llegar a interesar a nadie que no sea un friqui de la información alemana, pero también recibo invitaciones a eventos realmente divertidos: desde la cata de sidra a la que invita anualmente el Partido Socialdemócrata de Hesse, cuya clave consiste en observar hasta qué punto los políticos pueden seguir manteniendo su propio discurso a medida que van cayendo vasos, hasta la recolección anual de espárragos del Seeheimer Kreis, por la que siento debilidad. Esta última funciona así: numerosos políticos, ex políticos, periodistas, cabilderos y otras personas cuya presencia no parece responder a otro objetivo que el de hacer bulto, se amontonan en un barco de excursión que navega dando vueltas durante varias horas al lago Wannsee. La diferencia con otras recepciones políticas es el paisaje. A punto de estallar el verano y además de ese poderoso fruto que es el espárrago blanco de Brandemburgo, el bosque circundante ofrece todo su esplendor. Otra característica de la velada es que no te puedes ir cuando quieras. Una vez que el barco ha zarpado, no hay escape. Por mucho que ya hayas contactado con quien querías contactar y escuchado más de lo que necesitabas saber, tienes que aguantar hasta el final y no tienes más remedio que hablar con mucha otra gente sobre las peculiaridades de la última cosecha de espárragos, a la que ellos encuentran muchos más matices que comentar que los que casi cualquiera de nosotros hallamos al descorchar un Rivera Duero de la última añada. Todo un misterio para un paladar charro.

Pero entre los eventos de los que vive profesionalmente un corresponsal no pueden faltar esos otros en los que se habla de asuntos de verdadero alcance. Hace un par de semanas, por ejemplo, participé en un desayuno con un jefe de la inteligencia alemana que ya se ha jubilado pero que sigue gozando de inmejorables contactos. No puedo dar muchos detalles porque el encuentro tenía lugar en el formato Chatham House, pero en lo que nos atañe sí puedo dar alguna pincelada. Estábamos en el piso 15º del Waldorf Astoria de Berlín, desde el que se divisa toda la ciudad, y surgió la pregunta sobre cuáles eran, a vista de pájaro, los grandes problemas a los que a su juicio se enfrenta Europa. Con una guerra apenas un par de países más al este y anegados por los efectos del cambio climático, podría sospecharse que su respuesta iría por esos derroteros, pero ni de lejos. Demografía, energía e inversiones extranjeras, recitó sin parar a pensarlo un segundo, como si lo tuviese de sobra pensado. Nuestros peores males, para alguien que cuenta con toda la información disponible, son que tenemos más perros que hijos, que consumimos más energía que la que podemos producir, incurriendo en una insana dependencia, y que hemos dejado de ser un lugar atractivo para que el capital. El resto de los problemas, a su entender, no alcanzan ni de lejos la categoría de estos tres. A juicio de que no pudiese concretar si lo llevaba a la periferia, le pregunté con más precisión sobre España. Y su respuesta tampoco se hizo esperar: el paro juvenil. La falta de futuro con la que caminan a diario nuestros jóvenes le parecía «desgarradora». No pude evitar pensar en qué respondería cada candidato electoral español si lo subiésemos, qué se yo, a la azotea de la Torre Picasso de Madrid, para hacerle allí la misma pregunta. ¿Cuáles son los tres principales problemas de España? Y no supe hacerme una idea precisa de cuál sería su respuesta. A mí me resulta tan bochornoso que la neocasta haga y deshaga pactos sin hablar de programa, sino solamente de quién va a quedarse con qué sillón, como los análisis políticos sobre designaciones de candidatos como «guiño» a tal o tal sector del electorado. Yo necesito que en este prólogo del preámbulo de la precampaña comiencen todos a responder cuáles son a su juicio los tres prioritarios problemas de España.

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