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Mires donde mires. Vale que en España tenemos un presidente del gobierno dispuesto a vendernos a precio de ganga y eso es bastante humillante. Vale que nos lo merecemos, porque es lo que hemos votado. Pero, mires donde mires, el liderazgo se ha convertido en el valor devaluado por excelencia. En Estados Unidos se lo disputan dos señores que no son capaces de gobernarse a sí mismos: uno porque le puede la bragueta y otro porque ya no rige. Si hubiese una guerra nuclear, el presidente de Estados Unidos no se refugiaría en un búnker, como vemos en las películas, sino que despegaría con un séquito de aviones cisterna en una aeronave capaz de permanecer en vuelo durante semanas y desde la que seguir ejerciendo como líder del mundo libre. Igual si me imagino a uno o a otro en ese superavión, apretando botones rojos, la imagen es una pesadilla. Y frente a ellos otro líder, el ruso, que envía a sus agentes por ahí a envenenar opositores y que obtuvo en las últimas elecciones nada menos que el 87% de los votos. El sueño de muchos. Y la receta es bien sencilla: novichok.

Pero mejor no demos ideas y sigamos mirando, en este tour por las grandes atracciones del liderazgo internacional. En Francia mejor no miremos porque la imagen no es todavía nítida, aunque, aparezca lo que aparezca, el resultado amenaza con ser todo menos satisfactorio. Miremos mejor a Italia. Recuerdo un gozoso encuentro con una compañera de las Teresianas que ahora vive en Milán y que me confesaba alivio porque hubiese ganado Meloni. Ante mi incomprensión, refutó con un argumento incontestable: «es la menos peor». Y el tiempo le va dando a mi amiga la razón.

Y miremos más allá. Miremos a la India. El líder que gobierna allí sobre una quinta parte de la Humanidad lidera a base de excitar un nacionalismo que llevó a que turbas hindúes brutalizasen y asesinasen en 2020 a ciudadanos musulmanes con la complicidad de las fuerzas del orden. Y en China el liderazgo se mantiene a base de presiones, arrestos y desapariciones, que se suceden desde que el actual líder llegó al poder. La oposición china desaparece en «cárceles negras», lugares imposibles de rastrear, completamente aislados del mundo exterior, que se tragan literalmente a ciudadanos incómodos. Es el liderazgo por eliminación, la categoría de sosa caústica del liderazgo del siglo XXI. Quizá la expresión «madera de líder» se refiera a la madera del árbol del ahorcado. Sin saber muy bien si los líderes nacen o se hacen, parece evidente que los de nuestro tiempo no cumplen la definición de la RAE, que precisa en su segunda acepción que un líder «camina a la cabeza».

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