Me gusta cruzar la Plaza a primera hora. La luz, todavía almidonada, despierta suavemente las arcadas. Los estudiantes caminan con los hombros encogidos hacia la siempre inoportuna primera clase. Los funcionarios apuran el paso, para no llegar demasiado tarde. Los comercios levantan las persianas dispuestos a afrontar el reto nuestro de cada día y las furgonetas de reparto van prorrateando, en su puerta a puerta, los mejores destilados de la dehesa y del campo charro, que unas horas más tarde honran el plato. Es el latir de una vida lenta, plácida y callada.

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Dios creó el mundo en seis días y el séptimo, seguramente, descansó tomándose un chocolate con churros en la Plaza Mayor. No entiendo por qué Pedro Sánchez 'El Necesitado' piensa que aquí se vive tan mal. No es sólo que no tenga una mísera buena palabra para Castilla y León, sino que cada vez que nos menciona es sólo para hablar mal de nosotros. En su discurso de investidura, nos describió como comunidad propagadora de la tuberculosis bovina. Nos señaló como una tierra oscura, en la que las mujeres gozamos de menos derechos que en el resto de España y dijo, incluso, que las que abortan son sometidas aquí al chantaje institucional. Palabras textuales.

Igual la Junta debería cursar una invitación oficial y darle por aquí un paseo al presidente, para mejorar así su imagen de Castilla y León. Aunque, ahora que caigo, los abucheos serían de tal magnitud que no puede permitirse poner un pie en la calle. Desde una actitud crítica, podría haberse referido a nuestros problemas, que no son pocos: la despoblación, la precariedad del sector servicios, la falta de empleo juvenil o el margen de los agricultores y ganaderos, por ejemplo.

Al fin y al cabo, es el presidente de todos los españoles, también de los castellanos y leoneses. Pero no. Necesita demostrar que aquí se vive peor, que Castilla y León es el inframundo, porque de lo contrario se desploma la base de su único argumento: mejor su tinglado que la ultraderecha en el gobierno. Ya podemos prepararnos. Nos tiene en la diana. Como sólo cuatro en Valladolid conocían a Óscar Puente antes de que él lo enviase como mamporrero mayor del reino al Congreso de los Diputados, se va a encargar de que nos aprendamos ese nombre letra por letra.

Y la letra, con sangre entra. Nos lo ha puesto al frente de la sangrante llaga de nuestro déficit en comunicaciones y transportes. Nos vamos a enterar. Pedíamos trenes y nos va a pasar por encima la locomotora Sánchez. En su imaginario particular, esto es el infierno. Y lo que no responde a su visión y conveniencia, ya se encarga él de cambiarlo.

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