«Vamos a establecer la gratuidad de los estudios universitarios y de la Formación Profesional superior para aquellos que vayan aprobando a la primera». Esas fueron algunas de las declaraciones de Pedro Sánchez en el primer día de la campaña electoral. La verdad es que tampoco es que sea un notición, el líder de los socialistas lleva años anunciando que la universidad, como otras tantas cosas, va a ser gratis. «Todo gratis» puede ser uno de los lemas de Sánchez. Ojalá algún día se cumpla esta promesa, pero ¿quién pagará la medida? Pedro Sánchez y sus ministros están muy acostumbrados a anunciar a bombo y platillo mejoras que luego tienen que pagar los gobiernos autonómicos sin contraprestación por parte del Gobierno. Lamentablemente, se ha convertido en algo habitual que aprueben leyes o decretos sin financiación aparejada.

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La gratuidad de la universidad para aquellos estudiantes que aprueban todo a la primera puede ser, sin duda, un aliciente para que los estudiantes se esfuercen en sacar buenos resultados, pero no debería convertirse en una carga para las consejerías de Educación y aún menos para las universidades.

Ha hablado Sánchez también de un nuevo programa de intercambio internacional para alumnos de Bachillerato. Es algo ideal, pero su apuesta choca en cierto modo con lo que parece que defienden quienes han sido sus socios de Gobierno, ya que hay que recordar que hace unas semanas el ministro de Universidades, Joan Subirats, se mostró contrario a crear una agencia que coordine la internacionalización y el dinero destinado a este fin en materia educativa.

Menos mal que la Universidad de Salamanca por sus propios méritos ha conseguido una importante financiación en una nueva ronda de la Comisión Europea para los llamados «supercampus», es decir, la puesta en marcha de titulaciones conjuntas entre varias universidades europeas. En concreto, el Estudio charro va a recibir más de dos millones en seis años.

Hay otros muchos frentes abiertos a nivel educativo de cara a las próximas elecciones generales. No podemos olvidarnos del Estatuto del Becario y las perniciosas consecuencias que puede tener en las prácticas formativas de los estudiantes tanto de titulaciones universitarias como de la Formación Profesional. Se supone que esta medida tiene como fin proteger a los jóvenes del abuso de las empresas, pero, según denuncian rectores, consejeros, empresarios e incluso los alumnos, todo hacer temer que el Estatuto a volverse en su contra y supondrá una drástica reducción de las prácticas ofertadas, lo que conllevará una merma de la formación práctica de los futuros profesionales.

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Entre tanta promesa electoral tengo que destacar la lanzada por el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo: EBAU única para toda España. Habrá que ver en qué se traduce, pero al menos ver que esta medida tan demandada por todos los sectores forma parte de un programa electoral genera ciertas esperanzas. ¿Qué opina el resto de partidos al respeto? El PSOE se ha pronunciado claramente en estos últimos años de gobierno. Hay que recordar que su reforma de la EBAU incluía una polémica prueba de madurez que tuvo que dejar aparcada para frenar el malestar de la comunidad educativa, y en ningún caso hablaba de un examen igual para todos los estudiantes. Del resto iremos teniendo noticias en esta campaña electoral que se prevé intensa y más aún con los calores del verano que invitan a acaloradas discusiones políticas, pero en el chiringuito de la playa o en el bar de la piscina.

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