El mal trago ha pasado. Después de semanas de angustia, nervios y moches sin dormir, la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad, conocida como EBAU, ha terminado. El viernes se darán a conocer los resultados y entonces las carcajadas se mezclarán con las lágrimas, en unos casos de alegría por el éxito alcanzado y en otros de rabia por no haber conseguido el objetivo marcado, pero hay que mirar al futuro con optimismo. Suena a tópico, pero la etapa universitaria es única, una experiencia de vida, el periodos en el que se madura como personas y de sentar las bases para el futuro.
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Hasta que llegue ese momento, los jóvenes estudiantes tienen que aprovechar y disfrutar de este verano tan especial. También estos meses serán diferentes para los que van a dar el salto a segundo de Bachillerato, pero en su caso por la incertidumbre que les ha generado el Gobierno con la convocatoria de elecciones a finales del mes de julio.
Puede parecer que el anuncio de la ministra de Educación, Pilar Alegría, de paralizar la reforma de la EBAU es una buena noticia, de hecho todos los rectores pidieron una moratoria. Pero la realidad es que no es así, el problema sigue sobre la mesa. Si el próximo curso se implanta en segundo de Bachillerato el nuevo currículo de acuerdo a la LOMLOE, es necesario una prueba de acceso a la universidad adaptada a las características de ese temario ya que, por ejemplo, hay asignaturas que no se contemplan en el currículo actual y, por lo tanto, no están incluidas en las pruebas actuales.
La pasada semana el responsable de la EBAU en la Universidad de Salamanca, Emilio Calle, acertó de lleno cuando pidió que se elabore una prueba única y de acuerdo a los criterios de los estamentos que están verdaderamente implicados, en especial las universidades que, al fin y al cabo, son las que van a recibir en sus aulas a estos alumnos.
Basta ya de experimentos con la educación, nuestros jóvenes no tienen que pagar las consecuencias de la pelea política y sufrir cambios constantes en su formación solo porque hay un cambio de gobierno o de ministro.
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Hace falta una EBAU única, los jóvenes piden este cambio con urgencia, pero parece que los gobernantes no quieren saber nada.
La consecuencia a este descontrol son escándalos como el vivido en Cantabria.
Una ampliación de los tiempos para hacer los exámenes, la eliminación de preguntas de determinados bloques temáticas o el establecimiento de pautas propias a la hora de corregir son algunos de los cambios que decidió hacer el responsable de las pruebas en la Comunidad cántabra.
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También ha saltado a los medios de comunicación la supuesta filtración que se produjo en las Islas Baleares del examen de Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales. Un profesor de un instituto de Mallorca ha denunciado que se filtró un documento con las respuestas de los ejercicios. Según la Universidad de las Islas Baleares, se produjo tal filtración, pero asegura que fue después del examen.
Situaciones como las vividas en Cantabria y en las Islas Baleares no deberían repetirse. Es el momento de que se tome en serio la educación y la prueba de acceso al sistema universitario. No me cansaré de repetir la injusticia que supone que nuestros estudiantes se tengan que marchar a otras universidades solo porque viven en una comunidad que cumple las normas. Ojalá esta situación de «impasse» sirva para poner fin a las desigualdades.
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Por el momento, solo nos queda disfrutar de San Juan de Sahagún.
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