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CHURRAS Y MERINAS

Retretes

Hay ciudades que tienen un concepto ultramoderno a la hora de concebir los retretes, su ubicación y mantenimiento

Domingo, 4 de febrero 2024, 05:30

Hace ya tiempo que desaparecieron del panorama urbano aquellos antiestéticos espacios públicos donde los viandantes aliviaban necesidades fisiológicas tan perentorias como inaplazables. Por lo general la ubicación de este tipo de reductos era subterránea, con entrada diferenciada por sexos. Había ciudades donde los aseos se ubicaban en pequeñas casitas más o menos curiosas y no muy discretas que, al mismo tiempo, podían albergar palomares bajo cubierta. Más sorprendentes aún desde la perspectiva contemporánea eran los enclaves, también soterrados, atendidos por empleados cuyo cometido era velar por la limpieza e higiene, y proporcionar papel u otros implementos requeridos por la clientela. Además del salario, estas ocupaciones conllevaban modestas propinas por parte de los usuarios. La película de Berlanga «Plácido» nos presenta en su insuperable retrato social de la época una visión realista y un tanto patética de ese submundo en el que Emilia, la esposa del protagonista del motocarro, contribuía a la economía del hogar trabajando en uno de esos lavabos municipales.

No somos espíritus puros. Por ello las autoridades se han venido preocupando de cuestiones de tan poco relumbre como la satisfacción higiénica de determinadas necesidades en plena vía pública. Los bares y establecimientos hosteleros están por ley provistos de aseos (aunque algunos solo permitan el acceso de clientes con consumición), por lo que resulta accesible desembarazarse de según qué rémoras fisiológicas. Existen otros lugares gratuitos y apañados, tales como estaciones de trenes y autobuses, si bien menudean los servicios mediante pago, eso sí, con limpieza y desinfección garantizada. Algo parecido sucede en las zonas de playa, que ofrecen facilidades no siempre decorosas al respecto. De un tiempo a esta parte en determinadas zonas al aire libre se han venido instalando aseos gratuitos que no desentonan con el entorno y resultan particularmente útiles allí donde se concentran personas mayores jugando a la petanca, haciendo ejercicio en los aparatos gimnásticos o simplemente departiendo y echando el rato.

Hay ciudades que tienen un concepto ultramoderno a la hora de concebir los retretes, su ubicación y mantenimiento. Esta modalidad de mingitorio con ínfulas entró en el arte con el famoso urinario de Duchamp. Es otra visión artística del uso público de los lavabos, sujetos incluso a concursos internacionales de diseños creativos. Algo parecido lo vemos en la película de Wim Wenders «Perfect Days». Y esto me lleva a la última obra arquitectónica de Hundertwasser incluida en todos sus catálogos: «The Toilets of Kawakawa», en Nueva Zelanda, construcción a base de líneas ondulantes, vivos colores de mosaicos y cerámicas, que tuve la oportunidad de visitar y, claro, una vez allí, utilizar.

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