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CHURRAS Y MERINAS

El poder del poder

Podríamos preguntarnos, como hizo Unamuno en su día, si existe una conciencia crítica en la sociedad actual

Domingo, 1 de octubre 2023, 05:30

«Hay ciertos objetos empapados de poder», leemos en Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda. Yo diría que hay objetos y sujetos empapados de poder. Ambos están destinados a la lucha, a lograr el sometimiento de los demás. No son necesariamente materiales, como las herramientas que se usan para trabajar (o para matar), sino que se encuentran en la mente de determinados individuos que han hecho del afán de poder su meta en la vida. No importa el precio. Ni los medios. Importan los fines. Objeto y sujeto se funden.

Es, siguiendo a Castaneda, como si el individuo que se siente poderoso hubiera consumido la «yerba del diablo», esa misteriosa planta que anula el raciocinio, pero muestra el conocimiento a través de las criaturas de la naturaleza. El miedo será su primer enemigo, porque le embota la mente, le distorsiona la realidad y lo hace soberbio, inmune frente al conocimiento. Por paradójico que resulte, también será su enemigo el mismo poder. ¿Por qué? Porque lo ciega, lo hechiza, hasta que al fin se da cuenta de que el peor enemigo es la vejez, ante la que no puede hacer nada. El otrora poderoso contempla impotente cómo la fortaleza se le escurre de entre las manos. Y optará por retirarse.

Pero esa retirada podría tener lugar demasiado tarde, ya que, por principio, todo tirano tiende a perpetuarse en el poder.

La historia aporta múltiples y dolorosos ejemplos de tiranuelos, déspotas, autócratas y corruptos que ejercieron el poder mediante la coacción y la fuerza. La democracia, en cambio, fuerte y frágil a la vez, se caracteriza, entre otras cosas, por la capacidad de sustitución de una opción política por otra mediante el libre ejercicio del voto.

Podríamos preguntarnos, como hizo Unamuno en su día, si existe una conciencia crítica en la sociedad actual y, de haberla, si está suficientemente representada en el Parlamento. Él tenía sus dudas y en algún escrito comparó la sociedad en su conjunto con una charca donde se mueven peces y anfibios en diferentes niveles de profundidad. Unos nadan como pueden, otros habitan en la orilla y otros remueven las aguas turbias del fondo para que el lodazal así formado impida ver con claridad la superficie.

El debate sobre la amnistía, precedido de los indultos otorgados en su día a los delincuentes del golpe en Cataluña, pudiera hacernos reflexionar sobre los límites del poder, respaldado, en este caso, por una parte considerable de los habitantes de la charca unamuniana. Amnistía y amnesia son palabras etimológicamente relacionadas, conceptos hacia los que, como hacen las ranas, acuden los afectos más entregados a la causa en pos del señuelo del trapo coloreado. Mientras la fidelidad al partido –sea el que sea– esté por encima de los principios éticos, el poder seguirá inalterable. Ejemplos no faltan.

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