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Opinión

Pedaleando en el aire

El lenguaje político está trufado de manipulaciones intencionadas, de frases hechas, tópicos y otras expresiones bien conocidas

Domingo, 13 de octubre 2024, 05:30

Es probable que alguno de los múltiples asesores, asesoras y asesoros con los que cuenta el palacio de la Moncloa haya visto «El mago de Oz». Eso le habrá traído a la memoria la imagen del pedaleo en el aire de uno de los personajes de la clásica película. Dicha imagen se vio superada por «pedalear en la nada», metáfora usada por la portavoz del Gobierno (y a ratos inane ministra) cuando hace apenas unos días calificaba de inútiles los argumentos de la oposición, a propósito, creo, del turbio asunto de Bego ejerciendo de catedrática de la Complutense. A mí, la portavoz me da pena cuando veo sus esfuerzos por trasladar los principales contenidos del Consejo de Ministros, y de manera especial cuando repite con sospechosa insistencia eso de «no caso» y «no causa», y profetiza acerca del resultado judicial de unas investigaciones aún en curso. Parece que la diligente transmisora de bulos no ha tenido tiempo de asimilar los argumentarios que le pasan, acaso con excesiva precipitación, los imaginativos redactores del texto. Personalmente, creo que la anterior portavoz, ahora ministra de no sé qué, resultaba más convincente.

La triste realidad es que estamos ante comunicadores gubernamentales que no distinguen entre perspectiva y prospectiva, entre perspicacia y suspicacia, entre la velocidad y el tocino. Convengamos, en todo caso, en que el lenguaje político está trufado de manipulaciones intencionadas, de frases hechas, tópicos y otras expresiones bien conocidas por lo reiterado de su uso en hemiciclos y foros similares a lo largo y ancho de las pluriautonomías.

Extraños, tortuosos y torticeros caminos tiene la política. Sus ejecutantes pecan a veces de perversos, a veces de simples, a veces –las más-- de inútiles. En ocasiones se ven obligados a dar marcha atrás en sus decisiones ante el clamor social que despiertan. Véase, por ejemplo, la «marlaskada» del registro de viajeros en hoteles y pensiones, ocurrencia sin duda debida a una lectura precipitada y poco crítica de George Orwell. A punto estuvo esta lumbrera, otrora esclarecido juez, de cargarse él solito la gallina de los huevos de oro que es el turismo (salvo que les hiciera el juego a los partidarios de la turismofobia).

Las reconsideraciones o rectificaciones no aparecen ni por asomos: «Con Bildu no vamos a pactar… se lo digo veinte veces». Demasiados dogmas negros. Demasiado oro en maletas de Delcy. Ahora resulta que, gracias al morreo con los hijos de ETA, la raposa vigilará el gallinero y Drácula controlará las donaciones de sangre. Y Chapote podrá votar. ¿A quién? A poco agradecido que sea el multiasesino, se verá en un dilema, ya que todo el arco parlamentario se pronunció, a sabiendas o por despiste, a favor de su próxima excarcelación. Tendrá que elegir entre urna o pistola.

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