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Opinión

Morir en soledad

Por si fuera poco, la recesión demográfica de los países desarrollados acabará repercutiendo en la economía

Domingo, 7 de julio 2024, 05:30

Cada vez es más frecuente enterarse por los medios de que una persona mayor aparece muerta en su domicilio sin previas noticias de su ausencia temporal. Ni vecinos, ni parientes, ni servicios sociales alertados. Solo el finado y, a veces, la tele encendida parpadeando las últimas memeces publicitarias ante quien ya nunca sería consumidor de los productos anunciados. Nos falta solidaridad, espíritu de convivencia y tal vez recursos suficientes como para que la soledad no deseada pueda de algún modo remediarse. Parece como si prefiriésemos gastar los dineros en fastos y lujos cada vez más excéntricos. Por ejemplo, deberíamos --¿deberíamos?— escandalizarnos cuando nos llegan noticias de que en una nueva tienda abierta por la exquisita firma Hermès en Guanzhou (China, ¿dónde si no?) el primer día de apertura la facturación ascendió a más de dos millones y medio de dólares, cifra a la que sin duda contribuyó la venta de un bolso de la casa, denominado Hymalayan Birkin . Ya se sabe lo que Birkin significa en el mundo de los complementos de lujo, asiático en este caso.

Pues bien, la preciada pieza –muy probablemente de piel de avestruz— iba decorada con incrustaciones de diamantes, con la finalidad, supongo, de enaltecer el poder económico y la relevancia social de la afortunada compradora de un bolso a todas luces inalcanzable para el resto de los mortales. Como contraste, ¿cuántos chinos y no chinos morirían en soledad ese mismo día en el que las luces y el glamur occidental cegaban con sus destellos los ojos de ávidos clientes en la tienda expendedora de esa afamada marca?

No sé si para el caso es lo mismo morir solo que morir en soledad. Poco importa si eso sucede en una sociedad supuestamente avanzada en la que el aislamiento de muchas personas mayores es un hecho irrelevante. Según las estadísticas, ese aislamiento social provoca un incremento del riesgo de mortalidad. Pestilente o amojamado, el muerto hallado en la soledad de su hogar pasa a ser una cifra. Una cifra en constante aumento, si hacemos caso de las secciones de sucesos que la prensa nos ofrece. Por si fuera poco, la recesión demográfica de los países más desarrollados acabará repercutiendo en el desarrollo económico. Hoy por hoy, India y China parecen inmunes. Sus poblaciones respectivas siguen creciendo todavía. No así Japón, Corea y una buena parte del mundo occidental.

Nada debiera sorprendernos en un entorno en el que pronto se fabricarán más pañales desechables para personas mayores que para bebés. La llamada dictadura de las canas se bate en retirada. El problema social que implica la crisis demográfica con una población como la nuestra cada vez más envejecida puede llevarnos no ya a tener que usar pañales en la senectud, sino a que no tengamos quien nos los ponga.

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