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Naufragios en directo

Dos «tierra, trágame» de libro, pero con protagonistas de muy distinta naturaleza: Zelenski y Gascón

Miércoles, 5 de marzo 2025, 06:00

En esta cultura de la imagen en la que vivimos, hay miradas que lo dicen todo. Ojos que buscan compasión, comprensión, solidaridad. Gestos desesperados que no requieren explicaciones, ni subtítulos. Desde los Estados Unidos nos han llegado esta última semana un par de escenas que sin duda pasarán por pleno derecho al álbum de momentos del año 2025. Dos «tierra, trágame» de libro, pero con protagonistas de muy distinta naturaleza: Volodimir Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca y Karla Sofía Gascón en el Dolby Theatre de Los Ángeles. Náufragos en un entorno hostil sin un lugar donde asirse, ambos esperando que la escena en la que eran protagonistas terminase cuanto antes.

Sus respectivos hundimientos en riguroso directo fueron la inverosímil conexión que unió a dos personajes, a los que, por otro lado, costaría encontrar algo en común. Pero sí que hay detalles, transiciones vitales decisivas que sorprendentemente vinculan las biografías de ambos. Zelenski, que se estampó contra la maquinaria mediática preparada por Donald Trump en su encuentro, era hace diez años en su país un actor, guionista, productor y director de cine y televisión con relativo éxito. En la serie «Servidor del pueblo» desempeñaba el papel de presidente de Ucrania, y el juego llevó a su productora Kvartal 95 a darse de alta como partido político que terminaría por ganar las elecciones presidenciales en 2019. Adaptándose a esa transición laboral, Zelenski se vio arrollado por la invasión del poderoso vecino ruso, que le obligó a sacar a relucir sus dotes de líder. Y ahí sigue, peleando como puede.

Por su parte, Carlos Gascón era otro actor, aunque menos exitoso, que sobrevivía en series y películas de segunda fila. En 2009 se trasladó a México, donde adquirió más notoriedad en su carrera en cine y televisión hasta que en 2018 publicó un libro contando su propia transición, en este caso de sexo: había nacido Karla Sofía Gascón. Con esta nueva identidad continuó con su carrera hasta que en la película «Emilia Pérez» encontró el papel que le reportaría fama y reconocimiento.

Zelenski viajó a Estados Unidos buscando un acuerdo comercial con EEUU que le diera un amparo estratégico, con el anhelo del fin de la guerra con Rusia en el horizonte. Gascón soñó una vez con vivir la gloria en la ceremonia de los Óscar, pero sus ramalazos racistas en el antiguo Twitter fueron sacados oportunamente a la luz y su sueño se vino abajo. Pero no solo su sueño, sino el de toda la producción, que se vio severamente castigada por los premios de la Academia a causa de la insensatez de su protagonista. Llegados a este punto, no dejan de sorprenderme estas situaciones en las que unos méritos artísticos se ven manchados por detalles turbios del pasado personaje en cuestión, cuando se entiende que la Academia de Hollywood, en este caso, ha de valorar un trabajo puntual y no una trayectoria ética. Pero ya se sabe como son estas cosas y además no toca hoy meterse en este charco.

Ante Trump, su esbirro el vicepresidente y esos periodistas de corte convocados para hacer bulto en el show, Volodimir cayó en una trampa orquestada para escenificar el viraje radical de la estrategia de EEUU, echándose en brazos del poderoso oso ruso y despreciando a Ucrania y Europa. Y cayó con honor. En cambio, a diferencia del político ucraniano, Karla Sofía llegaba a su escenario sabiendo la partida perdida de antemano. Era la invitada impopular de una fiesta en la que se coló a última hora y en la que pudo ser la reina, pero se quedó en villana. Y humillada por el presentador, Conan O'Brien, que le dirigió una sarcástica pulla sin ninguna misericordia. Karla Sofía puso cara de no entender bien el chiste. Su cara de «tierra, trágame».

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