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Enamorar por la vista

Hubo un tiempo en que la batalla de la promoción turística estaba en los anuncios y carteles. Hoy está en nuestros bolsillos

Jueves, 23 de enero 2025, 06:00

Hay que tener mucho morro, o bien ser directamente un genio del marketing, para atreverse a poner a la venta botellas de aire puro a 100 euros el pack de dos unidades, nada menos. En Andorra hay un figura que ideó hace unos dos años este loco invento y no fue por necesidad económica, ya que se trata de un diplomático que ejerce como CEO en el Principado de una conocidísima casa de apuestas y al mismo tiempo es cónsul honorario ruso en el lugar. Y el producto no está mal escogido: uno cierra los ojos, piensa en Andorra y lo que le viene a la mente es un paisaje de montañas infinitas, nieve cuando toca y mucho, mucho aire puro para respirar muy hondo.

La historia del aire puro embotellado no se inventó en Andorra, claro está, y cierto es que iniciativas parecidas tienen ya un largo recorrido en nuestro país y fuera de él. En realidad estamos ante un gesto de osadía comercial que no debería ser valorado más allá de la anécdota y del chascarrillo. En países como Canadá, Suiza, Francia o Nueva Zelanda hubo a quien se le ocurrió embotellar aire puro de las Montañas rocosas, de la campiña francesa o de los Alpes. Y estaremos todos de acuerdo en que habría que estar muy mal de la cabeza para gastarse la pasta con el propósito serio de respirar dos bocanadas de aire puro purísimo en el salón de tu casa.

Esta semana una emisora nacional de radio descubría la existencia de aire andorrano en botella -siempre hay tiempo para ponerse al día de las cosas importantes- . Este hecho que escuché por casualidad y la apertura en Madrid de la Feria Internacional del Turismo FITUR me ha hecho reflexionar sobre la esencia de este asunto, que a mi modo de ver no es otro que el reto de ser capaz de idear mil y un caminos para colocarse en el mercado, para promocionar lo propio, para sembrar imagen, para llamar la atención, para generar atractivo, para enamorar al potencial turista, para generar, en suma, riqueza. Y, por lo que sea, en esta misión Salamanca tiene mucho margen de mejora.

Se avecina el desembarco anual de nuestras instituciones, encabezadas por el Patronato Provincial de Turismo en el recinto de IFEMA. A nadie le cabe duda de que es una gran oportunidad para dar a conocer lo último de nuestra oferta turística y que es obligado que Salamanca y la Junta de Castilla y León echen el resto para dejar huella en el recuerdo y despertar el interés de los 150.000 profesionales que recorrerán los estands hasta el viernes y de los 100.000 visitantes que abarrotarán los pasillos el fin de semana. Pero a nadie se le escapa que esta provincia del oeste será esta semana, parafraseando a Carl Sagan, un punto azul pálido en el universo de una inmensa Feria de Turismo.

Hubo un tiempo en que la batalla de la promoción turística estaba en los anuncios de televisión, los spots de radio y los carteles de las calles. Hoy está en nuestros bolsillos, en los reels de Instagram y en los videos de TikTok . Y existen fabulosos creadores de contenido, influencers de los buenos, que saben cómo hacer atractivo un destino turístico y sospecho que hace tiempo que deberían ser una referencia más presente en nuestras políticas de promoción turística.

Llámenme loco, pero creo que en la convergencia de talento potenciando la aportación de los expertos en el impacto audiovisual hay un camino por recorrer que solo puede dar buenos resultados. Son tiempos de que Salamanca conquiste más que nunca por la vista, que luzca la belleza de los contrastes de la provincia, que enamore por su diversidad, que atraiga a los curiosos en busca de más. Y cuando estén aquí, ya les venderemos ladrillitos de piedra de Villamayor y latitas de aire fresco de la dehesa.

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