La traslación de los resultados electorales de Galicia a Castilla y León, singularidades territoriales aparte, nos deja en el aire la pregunta de si Mañueco será capaz de vencer la tentación de apretar de nuevo el botón rojo del adelanto electoral, o cuando menos, de dinamitar su pacto con Vox para lanzarse a gobernar la Junta en solitario.
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Los números le son propicios. Los comicios gallegos han evidenciado que Pedro Sánchez está tan enamorado de la Moncloa que no duda en sacrificar a sus barones territoriales, y ellos tienen la certeza de que cualquier rebelión interna les costaría el cargo y la paga a final de mes. En esa dinámica se mueve Luis Tudanca, que suma las intrigas internas para moverle de la silla y, por añadido, de una nueva candidatura a la Junta. El burgalés a punto estuvo de tirar la toalla tras los resultados de las autonómicas de febrero de 2022 y no parece que cuente con el mejor cartel para saltar de nuevo al ruedo. Conclusión, un PSOE de capa caída al que un adelanto electoral dejaría sin capacidad de revulsivo. Tampoco ayuda mucho Óscar Puente.
No tienen mucha mejor situación el resto de los contendientes que ahora pisan el arco parlamentario regional. Vox, pese a mimetizarse en las últimas semanas con las protestas del campo, está en caída libre y la macrobandera de Veganzones no va a ser capaz de amortiguar el golpe. Tan conscientes son de esto los de Abascal que hasta el pirómano oficial, Juan García-Gallardo, tiene activada la sordina porque si aumentan el nivel de decibelios se puede quedar sin Consejo de Gobierno los jueves.
En Podemos tienen menos estructura y tirón que una comunidad de vecinos y el proyecto de Sumar ha fracasado antes de empezar, así que no parece que, en la oferta electoral, quede nada más que unos partidos territoriales que no terminan de encajar en el puzle. Mañueco, cuestionado entre los suyos por romper con Ciudadanos para inaugurar los pactos PP-Vox que tanto daño le han hecho a Feijóo, puede ahora desandar ese camino y estrenar una nueva etapa; la de romper con Vox. A lo mejor se lo reclama Génova. Y si el cuerpo le pide ir de nuevo a las urnas tendría que hilar muy fino para que los ciudadanos no le recriminaran esa incontinencia electoral. Más bien, me quedo con divorcio en el ejecutivo tras la aprobación de los presupuestos de la comunidad. Los que piensen que Mañueco no se atreve, que le pregunten a Igea.
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