Este 23J quedará marcado como el día del descoloque. Muchos 'aposterioristas' presumen ahora de haber vaticinado la cuadratura del círculo, muy pocos visionarios se habían acercado a los resultados que nos dejan las urnas. Así que lo único que queda es interpretar, reordenar los esquemas mentales y sacar conclusiones, y entre estas últimas, una asoma como la más evidente y trascendente de todas: que el PP está solo.

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A su simbiótica relación con Vox en plazas como Castilla y León se ha sumado ahora una larga lista de gobiernos. Más que socios se han convertido en un matrimonio. Argumentan los populares que la aritmética electoral no les ha dejado otra opción si querían recuperar muchas administraciones, pero quizá la factura haya sido demasiado cara para Feijóo, quien siempre se ha resistido a encamarse con Abascal.

En la noche electoral, en la comparativa de escaños por bloques, la izquierda parecía una fiesta de color, la derecha era bitono, verde y azul, y ya. Y no es que no haya formaciones capaces de pactar con el PP, pero nadie quiere que les incluyan en el paquete de VOX y sus políticas involutivas. Así las cosas, la victoria de Feijóo es improductiva y frustante, más los segundo que lo primero.

El PP está solo y no se puede permitir ese lujo. Sus próximos movimientos serán claves en definir su espacio, y no descarten que uno de ellos sea el de marcarse un 'pimpinela', pegar media vuelta y romper con Vox. Evidentemente, eso supondría un seísmo en comunidades como Castilla y León, donde Mañueco se quedaría gobernando en minoría en las Cortes más convulsas que se recuerdan y donde tendría que sacrificar alcaldías de mucho calado.

Si Feijóo se lanzara de cabeza a ese charco lo primero que iba a encontrar es la resistencia de los suyos. De Mañuecos, Carneros o Guardiolas que han pasado lo suyo para llegar a su posición y que difícilmente estarán dispuestos a sacrificarse en aras de un bien común que no tiene ningún tipo de garantía o certeza.

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Los gritos de 'Ayuso, Ayuso' en Génova, no sólo son la incontrolada pulsión de los 'ayusers', es también el deseo, todavía inconfesable, de muchos peperos. Si el PP está solo, Feijóo más aún, y de lo que haga en las próximas semanas dependerá si su liderazgo se asienta o se convierte en una víctima más del triturador en el que se ha convertido el PP en los últimos tiempos, en los que nadie quiere bailar con él.

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