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Opinión

Peones o reyes

Miércoles, 29 de mayo 2024, 05:30

Esto no va de ajedrez. Es mucho más mundano, mercantilista y sudoroso; va de trabajar en la construcción. Resulta que el sector no encuentra trabajadores. Ni peones, ni alfiles, ni caballos. El ladrillo sobre el que se cimentó la bonanza económica de los primeros años del siglo y que nos catapultó contra la crisis de la burbuja inmobiliaria está de capa caída y languidece por la falta de mano de obra.

Podríamos especular con la idea de que los peones son los peor pagados del tablero laboral pero los datos nos sitúan en una media de 1.600 euros mensuales, una nómina que no alcanzan la mayoría de los asalariados, ni con títulos ni sin ellos. La cifra se antoja tan golosa como para tener una pila de currículos de la altura de un primer piso, pero las empresas reconocen que la contratación de personal es una pesadilla que les lastra a la hora de crecer y, por lo tanto, de ser más competitivas.

Aparcado el salario como factor desencadenante de la falta de peones, tampoco parece que la formación sea uno de los causantes. Desde hace tiempo, las empresas ofrecen tutelaje a los novatos para enseñarles la profesión. Sale más rentable formar que tirar muros de ladrillo así que, el trabajador que pone atención y voluntad no encuentra muchos problemas para avanzar de casilla.

¿Cuál es el motivo entonces? Usted, amigo lector, ya lo habrá adivinado. Que los peones quieren vivir como reyes. El trabajo es demasiado duro para unos tiempos en los que el esfuerzo está a la cola de los valores y encabezando el ranking de lo 'evitable a toda costa'. Hablando con un sindicalista y un empresario de esta cuestión, lo dos me daban la misma argumentación: 'en este trabajo pasas mucho frío en invierno, mucho calor en verano y te calas cuando llueve, es duro y cansado y nadie está dispuesto a pasar todo eso sólo por llevar un salario a casa'. Mucho menos los jóvenes que tienen que dar el relevo a los currantes que han levantado, ladrillo a ladrillo, nuestras viviendas. Son generaciones antagónicas. Antes trabajaban de sol a sol para llegar a fin de mes y ahorrar 'cuatro perras' y ahora se trabaja lo justo para pagar los caprichos aunque a final de mes no dé para un plato de guisantes congelados. El españolito medio ha cambiado radicalmente y el único aliado que ha encontrado el sector de la construcción son unos inmigrantes sin miedo al frío, al sol o a la lluvia. Una lección para todos los que no se dan cuenta de que los peones son el alma del ajedrez.

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