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No les engaño. Esto no va de la típica cogorza estival a base de tintos de verano recargados por algún adolescente que le ha trincado la botella de Gordon´s a la abuela. Esto va de política; más bien, de eso desdibujado e impostado en lo que han convertido a la política.
Va de una ministra en bicicleta, y de un portavoz chanquetero y muchos votantes en bermudas y alpargatas con el nivel de tocacojonismo por encima de lo racional y tolerable. Va de un verano electoral, al que no le falta ni el cara a cara más esperado.
Entre tanto asesor de traje-corbata, tanto tracking y tanta red social, muchos políticos españoles, también locales, han despegado del terreno y han perdido toda noción de lo que es una vida real, de calle y tienda, de ascensor y sala de espera. Viven una realidad paralela, compuesta de ficción y palmeros, y no miden ya lo surrealista de muchas situaciones.
¿Alguien se ha parado a avisar a la ministra de Transición Energética, la señora Ribera, de lo ridículo de irrumpir en una cumbre europea sobre medio ambiente montada en una bicicleta eléctrica al mismo tiempo que te escoltan dos coches oficiales soltando CO2 a cascoporro? Sin faltar ese asesor que se pasa por el forro las normas de tráfico para sacar medio cuerpo por la ventanilla para hacer la foto de rigor. La imagen ha dado juego, pero no en la dirección pretendida. Mal medido. Aunque siempre hay alguien dispuesto a echarte un capote.
Está vez, paradójicamente, ha sido nuestro vicepresidente de la Junta, Juan García Gallardo, el encumbrado líder de Vox en Castilla y León, quien está tan acostumbrado a pasarse de frenada que la censuró por desplazarse a Valladolid en el Falcon. Lo del avión era mentira, así que, como un clavo saca otro clavo, la cuenta de Twitter oficial del ministerio no tardó en denunciar el 'bulo difundido de mala fe'. De lo de los coches oficiales no dijeron nada porque era verdad.
Fue una pena que ese paseo en bicicleta no tuviera de fondo la playa del Verano Azul del PP. Y a la ministra, en el papel de Bea, se podían haber sumado Pancho (Sémper), Javi (Feijóo) y hasta Chanquete, que podría clavar Rajoy. Todos silbando mientras Piraña (este se lo dejo a su elección) da cuenta de un bocadillo de sardinas con tomate.
Yo también pienso que Feijóo ganó el debate con Sánchez. Fue más natural, más firme y más seguro. A ver si se van dando cuenta de que la política-ficción no vende, al menos entre los votantes que estos días sólo piensan en entregarse al tinto de verano.
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