Cuentan que, algunas noches, cargos del PP en el Gobierno regional se revuelven inquietos en sus camas hasta que se despiertan sobresaltados, envueltos en sudor y con el corazón acelerado de un pura sangre, se pellizcan instintivamente en la piel para comprobar que todo ha sido un mal sueño. La pesadilla es recurrente: Vox no había dinamitado el acuerdo de gobierno y Gallardos y Veganzones seguían campando por la Junta como alma en pena, arrastrando las cadenas y murmurando su letanía.
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Aunque este episodio no es común a todos los populares. Los hay quien este verano han dormido a pierna suelta. El primero, Alfonso Fernández Mañueco. Hasta él reconoce que no se ha visto en una igual, es su momento más plácido desde su aterrizaje en la presidencia de la Junta y no parece que el futuro le depare las inquietudes suficientes como para no conciliar el sueño.
Tras el suicidio gubernamental de Vox en las autonomías, veremos si con alguna consecuencia en las urnas, el horizonte está claro como una tarde de agosto para el PP de Castilla y León, que enfoca su discurso político contra las cesiones de Pedro Sánchez a los secesionistas catalanes. Primero con la amnistía y ahora con la financiación singular, hay recorrido de sobra, dialéctico y judicial, como para tirar una buena temporada, incluyendo en el pack las críticas al PSOE de Luis Tudanca y su tibieza a la hora de juzgar los indefendibles privilegios otorgados a los independentistas.
Con los socialistas de la comunidad arrinconados, sin mucho o ningún margen de maniobra por el discurso impuesto desde Ferraz, Sánchez da un paso más en su estrategia y abre el melón de los congresos internos. Se agita un gallinero que busca nuevo pollo. Y hasta que eso ocurra, es probable que el PSOE de Castilla y León tropiece en su endémica manía de pelearse hasta desangrarse. Hasta en esto le son propicios los tiempos a Mañueco, que no podía haberse imaginado este sudoku de variantes políticas ni en el mejor de sus sueños.
Con los procuradores de Vox deprimidos y asumiendo el rol de legionarios segundones y con el PSOE condicionado por la acción política de su todopoderoso líder, este curso político en Castilla y León se presume como plácido sueño para el PP, que tendrá un chivo expiatorio al que señalar cuando no saque adelante sus iniciativas. Y si no, siempre se puede apretar el botón electoral, la verdadera pesadilla para alguno de nuestros políticos.
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