Blanco o negro. Conmigo o contra mí. Si criticas la amnistía a los separatistas catalanes eres facha y si condenas las manifestaciones ante sedes del PSOE eres rojo. Sí o no. No hay más opciones para esta sociedad disparatada en la que la capacidad crítica da bocanadas sin oxígeno al que aferrarse. El gris ha muerto porque en la escala de colores no hay hueco para los matices. El giro radical que impera en la política ha conquistado ya parcelas inmensas de la sociedad y los posicionamientos son cada día más extremos. No hay latitud en la que no salte la chispa en la barra de un bar o en la cola de la frutería, y no precisamente por los precios de las naranjas, que podría ser una razón sobradamente válida.

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Se trata de una asociación injusta y perversa. El simple hecho de que se utilice un argumento para defender un razonamiento implica que te cuelguen el catálogo completo de una ideología, con sus siglas a juego para que no falte ningún complemento. Un día de derechas, otro de izquierdas y al otro mediopensionista. Ese es el agitado día a día en el que capeamos los periodistas aconfesionales. Y no esperen que la crítica esté acompañada de una réplica argumentada porque el discurso es de brocha gorda desde hace mucho tiempo. Aunque lo de Mr Wonderfull Sánchez es más bien es de rodillo. Ahora se rasgan las vestiduras, también en el PSOE de Castilla y León, defendiendo que Cataluña necesita una solución que aporte normalidad. Y antes del 23 de julio, ¿no existía esa necesidad? Hay que tener cuajo para decirlo y tragaderas para asumirlo. Las cesiones a Puigdemont y sus colegas las pagaremos, literalmente, el resto de españoles. Y la factura no será barata.

Ellos lo saben pero no pueden decirlo porque también en los partidos, más que en ningún sitio, el gris ha muerto. Conmigo o contra mí. Pero los socialistas siempre podrán contar con el comodín de la extrema derecha para ir saliendo del paso. Para eso está nuestro García Gallardo, reencarnado en Capitán Trueno, con gorra, megáfono y escudo con los colores patrios. Allí donde hay una manifa contra los rojos, allí está el vicepresidente becario de Vox, que no asume que tiene una representación institucional 24 horas al día. Ya sabemos porque no quería competencias en la Junta: está de gira por toda España con el Gallardo's Tour. Es como ir de festivales pero sin Amaral ni Melendi. Y es que en la música, amigo lector, también hace mucho tiempo que sólo hay blanco y negro, el gris también ha muerto.

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