Fango, fango y más fango. A kilos. A paladas. A camionetas. Nunca es suficiente para embarrarlo todo hasta que los problemas que importan y afectan a la ciudadanía queden encallados entre la realidad paralela que se han montado los de traje y corbata. Mientras asistíamos atónitos a la maniobra de egocentrismo de Pedro Sánchez y su particular concepción de la intriga, se confirmaba que Castilla y León se queda sin cubrir 47 plazas de formación MIR en la especialidad de Medicina de Familia, es decir, sin 47 futuros médicos que aprendan la profesión atendiendo a pacientes de la comunidad. Y eso después de la repesca porque la cifra inicial se disparaba a los 81.
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Ese es fango del bueno, del que se pega en las botas y te atrapa de forma magnética. Pero en ese lodazal no quieren revolcarse nuestros políticos, más partidarios de esperar a que el terreno se cuartee. Evidentemente, el problema tiene muchos vértices. De entrada, los licenciados en Medicina están ávidos de experiencias y no cuenta la Atención Primaria con la mejor de las reputaciones, sobre todo en el mundo rural. Lo de echar el día haciendo kilómetros para atender a los vecinos de varios pueblos no cotiza entre las batas blancas, más partidarias de formarse en los grandes hospitales, donde es muy posible que no tengan la misma atención, ni de sus mentores ni de sus pacientes.
Podríamos empezar por una encuesta para descubrir las razones que les conducen a rechazar esas plazas. Pura lógica clínica: conocer los síntomas para decidir el diagnóstico y aplicar el tratamiento. No hace falta ser Hipócrates. Hay recetas que suenan interesantes, como dejar ejercer en la Atención Primaria a los licenciados en Medicina que no superen el MIR; el 7% de ellos se quedan en el camino y no estamos para desperdiciar personal.
Por no olvidar la manida reivindicación para que los alumnos de Castilla y León accedan, al menos, en igualdad de condiciones a las Facultades de Medicina. Algo se ha conseguido abriendo la mano en la calificación de la EBAU, pero las notas del Bachillerato siguen lastrando demasiado y no sería de extrañar otra 'homogeneización' del nivel con el resto del país, lo que viene a ser bajar el listón. Más alumnos y más posibles MIR con apego a la tierra. Las Universidades de León y Burgos han visto la opción de pescar en río revuelto reivindicando nuevas facultades de Medicina pero no está la Junta por la labor de abrir un melón territorial más; para eso ya están los aeropuertos. Y en eso también hay fango; y del bueno.
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