A mí tampoco me gustaban las matemáticas. Supongo que el desencanto no brotó de una forma innata, más bien recuerdo vagamente algunas tardes de polinomios y fracciones con cierto sopor ante el cuaderno. Hubo fases en las que me cautivaron, pero no cuajó el enamoramiento y todo terminó en ruptura total al pasar al capítulo de las integrales, los logaritmos neperianos y las derivadas. Ahora me toca lidiar con estadísticas y porcentajes a diario y salgo del paso con la solvencia justa. Incluso me aventuro con algún sudoku, nivel intermedio. No doy para más.

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No es que sea yo de la generación que repetía temblando la tabla del ocho ante la amenaza de la regla de madera del profesor de turno, pero sí de los que memorizábamos como papagayos ante la mirada cruzada de la señorita Charo. Ahora, he descubierto unas nuevas matemáticas, con números que cogen toboganes en las sumas, mariposas en las fracciones y trucos casi mágicos para explicar que también es posible que 2+2=5. Y me gustan más. Esas son las que nuestros hijos estudian en los colegios de Castilla y León y los que el gobierno quiere extender a todo el país.

Entre amnistías y demás cuitas políticas, se han colado las matemáticas. Si Euclides levantara la cabeza. Y como esos alumnos que levantan la mano más alto que el cielo cuando saben una respuesta, Mañueco ha aprovechado PISA para ejercer de empollón por una vez. Ahora es el ejecutivo de Castilla y León el que sirve de espejo para todo el país y para todo el PP, hasta Feijóo presumirá de comunidad en un acto hoy en León.

Más allá de la mercantilización política que se hace de absolutamente todo, no deja de ser una buena noticia que el trabajo de los responsables educativos, profesores y alumnos de la comunidad sea reconocido. Charlando con alguno de estos 'matemáticos del aula' me han contado que en algunos colegios han conseguido que el número de niños que han pasado de tener miedo a la asignatura a gustarles la materia se ha duplicado hasta superar el 70% en tan sólo unos años. Ole tú, igualito que con la señorita Charo. También me han confesado que lo que verdaderamente les da miedo a ellos es que los políticos se pongan ahora a enredar en sus cosas, cuando las únicas cuentas que les interesan son las electorales. Incluso alguno se ha atrevido a pedir que todos los partidos aparcaran sus eternos enfrentamientos para alcanzar un Pacto por la Educación. Así, con mayúsculas. Y aunque yo no sé mucho de matemáticas, me da que eso es más difícil que demostrar que 2+2=5.

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