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CUADERNO DE DUDAS

¿Qué nos está pasando?

Martes, 8 de abril 2025, 05:30

Al despertar, encendió la radio y escuchó: «Junto al cadáver de Rifat Radwan, uno de los quince médicos y trabajadores humanitarios que el pasado 23 de marzo fueron asesinados en Gaza y que aparecieron enterrados en una fosa común, según la ONU, encontraron también su móvil. En el dispositivo había quedado registrada la brutal y terrorífica película que desmiente la versión de los hechos con la que las autoridades de Israel trataban de manipular otra de sus espeluznantes atrocidades. Unos minutos antes de recibir un disparo en la cabeza, Rifat había grabado un vídeo de siete minutos en el que puede verse cómo los soldados israelíes acribillan a balazos a sus compañeros, gente que llegó para intentar salvar la mayor cantidad de vidas posible… pero perdió la suya».

La noticia le abrió un boquete en el alma, con el que se acercó a la oficina sombrío y abatido. En la pausa del desayuno abrió el periódico y leyó: «Cuatro alumnos del Instituto Torres Quevedo de Santander graban en vídeo mientras agreden y se mofan de un compañero de clase con parálisis cerebral, que intenta zafarse de ellos desde su silla de ruedas. La madre del chico denuncia los hechos ante la Policía, pero, a pesar de ello, los abusones siguen compartiendo clase con el agredido, sin que parezca que se den por enteradas ni las autoridades académicas del centro ni otros responsables públicos… hasta que el vídeo no llega a televisión y es emitido en un programa de poderosa audiencia».

Taciturno y con un dolor de cabeza insoportable, siguió despachando asuntos. Al regresar a casa, y mientras comía, encendió la televisión, donde la presentadora contaba: «La tarde del 1 de abril, Suso, un hombre de 47 años, recogió como hacía habitualmente a la salida del colegio a Nadia, hija adoptiva de su expareja Ramona, de 50 años, en Llano de Brujas (Murcia). Camino a casa de sus padres, le dio a consumir una cantidad tóxica de medicamentos con la intención de acabar con su vida y castigar así a Ramona, que hacía meses había roto su relación con él. El asesino llegó a casa de sus padres, depositó el pequeño cuerpo de Nadia en la cama y, seguidamente, llamó a Ramona. «La niña ya está en el cielo», le anunció. Luego cogió el coche y huyó».

Entonces, dejó los cubiertos sobre la mesa y comenzó a llorar inconsolable, mientras el perro, su única compañía en casa, lo miraba confuso, ladrando.

(*) Licenciado en Derecho. Autor y compositor de más de 500 canciones. Autor de biografías de músicos, relatos infantiles y poemarios.

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