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De Nini y ninis

La Generación Z cuenta con los jóvenes mejor preparados de la historia y con muchos desmotivados por las condiciones laborales que les esperan

Miércoles, 19 de marzo 2025, 05:30

Nunca aprendí a escribir con pluma. Pero lo intenté. «Que ya no sois niños, es hora de dejar el bolígrafo y empezar a tomar apuntes con pluma», nos decía desde la tarima don José Antonio con mucha insistencia. Un maestro de los de antes que imponía su autoridad con una mirada torva más temible que la de Medusa. Lo llamábamos «el búho» por esa capacidad para abrir los ojos hasta el extremo, avizorando a una víctima que temía de un momento a otro convertirse en piedra.

Nos daba Lengua en lo que hoy sería tercero de la ESO. Y peleando con la pluma andaba yo cuando nos mandó como tarea leer Las Ratas de Delibes y hacer una lista con todas las palabras que hubiéramos necesitado buscar en el diccionario. La tarde anterior al plazo de entrega –siempre a última hora– andaba trajinando con la listita hasta que no sé qué demonio hice, que la pluma se desangró escandalosamente sobre los folios, haciendo inútiles mis maniobras de achique. Menos mal que mi amigo Pimi vivía a dos minutos de casa y, ya de noche, pude en una carrera conseguir su lista y copiarla con algunas alteraciones para evitar verme convertido en piedra al día siguiente.

Un marzo de hace 15 años moría Delibes y siempre que recuerdo al genial escritor pienso en mi mala maña con la pluma y en sus ratas. Esa novela impresionante y dura, durísima, de una tierra (que puede ser esta perfectamente) a la que hace mucho tiempo que siempre le sale cruz. En la que descubres la crueldad extrema cuando ves al furtivo matar por capricho al zorrito o el frío corazón del padre echando al río a los cachorros de la Fa o peleando a muerte por unas ratas.

Y en la que te deslumbra ese Nini, un niño de once años que sobrevive en una cueva inhumana, al que los viejos del lugar preguntan cuándo va a llover, si hay remedio para la helada negra. Al que no tiembla la mano al tajar limpiamente en la matanza. Un niño que hizo durante años que no me entrara en la cabeza por qué a esos chicos de una especie de generación perdida y apática los llamaban ninis.

Según los estudios, algo más de medio millón de chicos y chicas entre 15 y 24 años no estudian ni trabajan, ni se forman. La Generación Z cuenta con los jóvenes mejor preparados de la historia y también con muchos desmotivados por las condiciones laborales que les esperan. No es de extrañar que los problemas de salud mental se disparen. Tienen que matarse para sacar un 12 o un 13 para optar a la carrera que quieren y encima tienen que ser guapísimos para triunfar en las redes conforme a estereotipos imposibles. Solo en Salamanca, 140 menores son atendidos al año por ideas suicidas o autolesivas. El contraste entre la protección familiar y el mundo real ha pasado a ser tan brutal que es ya un callejón sin salida para muchos. El Pruden pregunta al Nini que por qué no se ríe nunca. ¿Reír? ¿A santo de qué?, responde el niño. Y eso que no tenía redes sociales.

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