En el año 2012, la Enciclopedia Británica anunció su decisión de abandonar, 244 años después, su edición impresa. Se preguntaba la publicación de su clase más antigua del mundo por el sentido de mantener ese esfuerzo en un momento en el que internet había pasado a ser la fuente de información esencial.
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Pero en este tiempo han pasado cosas. Ya sabemos que el orden en el que nos aparecen las opciones de una búsqueda en Google no es inocente y pesa, y mucho, que el emisor de la información haya pagado por aparecer en los primeros puestos. Lo mismo sucede en las redes sociales, cada vez una fuente más utilizada, donde es muy fácil colocar contenidos manipulados o directamente falsos que tienen un alcance masivo.
Tanto es así, que ya no está tan claro que las viejas enciclopedias impresas, que vendían amables señores por las casas, hayan pasado a la historia. Se plantea seriamente la conveniencia de volver al prestigio del papel y la responsabilidad de las casas editoras, mientras en las redes se discute sobre si la Tierra es plana, las pirámides las hicieron los extraterrestres o si la luna que pisó Armstrong es un plató de Hollywood.
Nunca se sabe cuándo un medio ha dicho su última palabra. Basta pensar la fórmula elegida por la Mesa en Defensa de las Conexiones Ferroviarias de Salamanca para reclamar al ministro Óscar Puente las mejoras pendientes para la provincia. Será a golpe de carta diaria, con la amenaza de perseverar hasta que tanto el ministro como el presidente del Gobierno «se aburran» de recibirlas.
Uno se imagina a ese funcionario del ministerio depositando, manos impolutamente enguantadas, las cartas que llegan desde Salamanca en una bandejita de plata, un día y otro, hasta desbordar. Quizá una conversación al cruzarse por el pasillo. Señor ministro, otra carta de los del tren y Óscar Puente alejándose, rockero, tarareando a lo Elvis «return to sender», mientras las cartas se van poniendo amarillas.
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Y es que el asunto epistolar ha sido recurrente inspiración para los músicos. Héroes del Silencio cantaba (La carta) aquello de «siempre he escuchado y ya no te creo», que podría aplicarse a las promesas de recuperación de las frecuencias perdidas. Quizá, con algo de humildad, el ministro podría responder por Rosana (Carta urgente) con «hay cosas y cosas, que acaban llegando tan tarde», aunque lo más probable es que recurriera a Mikel Erentxun para pregonar: «cartas de amor, cuando ya no hay amor». Porque aquí claramente ha venido faltando amor del Ministerio hacia Salamanca, antes de Puente y con él. De Valladolid, por cierto, salió la carta más famosa, el 20 de abril de Celtas Cortos. Solo hay que esperar que a Puente no le dé por responder a las cartas salmantinas pidiendo cosas muy razonables con algo así como: yo sigo con mis cosas de ministro y vosotros seguid con vuestros sueños.
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