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Hay días en los que a uno no le apetece hablar del personaje del día. Jornadas en las que prefiere detenerse con detenimiento en personas que valen un rubí.
Como José Ros, un hostelero salmantino, con bar en la calle Ledesma de Bilbao, que ha ... quedado exonerado de pagar las cuotas de autónomo por haber cotizado a la Seguridad Social durante 50 años de forma continuada. Nació en Vecinos, comenzó a trabajar con apenas 14 años y ahora que ha superado los 65 continúa poniéndose detrás de la barra desde las cinco de la tarde hasta las cinco de la madrugada, porque eran fiestas en el «bocho». Todo un ejemplo de trabajo en un tiempo en el que cada vez es más difícil encontrar a un camarero que pueda poner con buena cara una rubia con un pincho de rubiel.
O como Damián Castaño, que el domingo decidió pasar el Rubicón en el embarrado coso de Bilbao y, después de haber visitado la enfermería tras ser enganchado por el primer toro que le tocó en suerte, salió al ruedo para entregarse ante un enorme morlaco de Adolfo Domínguez y firmar una faena para la historia bajo la lluvia. Todo un dechado de arrojo, valentía, arte y ganas de triunfo sin dejarse amilanar ante las adversidades.
O como el rubicundo Mario García Romo, que hace unos días, después de haber sido el sexto mejor atleta del mundo en la carrera de 1.500 metros decía que estaba seguro de que la medalla caerá tarde o temprano. Fue el único español en colarse en la final y a punto estuvo de conseguir una presea, de esas que se venden muy caras. Todo un modelo de superación que, de continuar así, ofrecerá muchas alegrías al atletismo salmantino y nacional. Ya lo está haciendo.
O como el trío de maratonianos españoles en el Mundial de Budapest que, a medida que iban llegando a línea de meta, apuntaban sus dedos hacia el cielo en recuerdo del fisioterapeuta salmantino Ángel Basas y de su hijo Carlos, que fallecieron en accidente de tráfico en febrero pasado en Nueva Zelanda. Rubricaron una gran actuación y entraron entre los veinticinco mejores del planeta. Pero después de algo más de dos horas corriendo como corceles rubicanes quisieron acordarse de quienes estuvieron a su lado en esos duros momentos de rehabilitación física.
O como Hugo de Bustos, el primer canterano que consiguió ficha con el primer equipo de Unionistas, justo unos días antes de que el club cumpliera diez años, demasiados quizás hasta que se ha producido este hecho histórico. El mozo, que está a punto de cumplir diecinueve años, comentaba sin rubor en una entrevista a este periódico que «esto es solo el principio» y que su incorporación a la élite del fútbol salmantino «va a ser como una puerta abierta para que los demás vean que llegar arriba no es imposible». Ojalá sea así y más chavales salmantinos consigan hacer realidad sus sueños con el balón.
O como las salmantinas Virginia, Valeria, Teresa o Andrea, mujeres que padecen una enfermedad rara como el síndrome de Turner cuyo Día Mundial precisamente se celebraba ayer. Durante este fin de semana han querido dar visibilidad a esta dolencia que solo afecta a mujeres y en cada una de ellas se manifiesta de forma diferente. Aunque suele haber algo común. Las chicas que padecen este síndrome suelen ser bajitas y en más de una ocasión sufren «bullying» por parte de algunas de sus compañeras quienes, por desgracia, no se rubifican por ello.
Hay días en los que a uno le gustaría que rubiales continuara significando un jovencito de cabellos dorados.
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