Secciones
Destacamos
Andaban unos por estos lares fletando autobuses como si no hubiera mañana para llenar la plaza de Felipe II de banderas españolas y enseñas azules con gaviotas y, de paso, protestar contra la amnistía que se avecina.
Andaban otros tapándose la nariz, silbando y mirando ... para otro lado porque el partido en el llevaban militando toda la vida está dispuesto a cometer una barbaridad histórica, como es conceder el perdón total a Carles Puigdemont, un prófugo de la Justicia, con tal de que aporte los apoyos necesarios para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa.
En esas andaban, sin que unos ni otros tuvieran la certeza de alcanzar una investidura, cuando va y aparece un nuevo partido político. Como si fueran pocos los que encontramos en las papeletas cada vez que convocan elecciones. Pues sí, ahí tenemos una formación política en ciernes, cuyos responsables fueron precisamente ayer al notario para registrarla como asociación.
Se llama La Tercera España, que hubiera estado bien para el titular de este artículo, pero como nombre para un partido no lo veo muy comercial. El juego de los políticos que llegan para superar las manidas dos Españas ya no sirve. Yo cuento ya hasta cuatro, si atendemos a Sumar y a Vox, que en estos momentos hacen la puñeta al bipartidismo. Incluso habría una quinta España que odia a España y que puede llegar a gobernar España. El mundo al revés.
La nueva asociación se presentó en un primer momento como una plataforma denominada Nexo. En aquel acto pudimos ver, entre otros, al parlamentario regional por Ciudadanos Francisco Igea, quien fuera vicepresidente del gobierno regional hace no tanto con Alfonso Fernández Mañueco.
Confesaba en una entrevista quien nos volvió locos con las medidas de desescalada del coronavirus que no cogieron el nombre «Sumar» porque ya lo estaba. Es decir, quieren aglutinar a todo aquel que se sienta cómo en discurrir por una tercera vía centrada, aunque con una cierta inclinación hacia la izquierda. Los socialdemócratas de toda la vida.
En cierto modo, aunque quizás no lo quieran ver así, se parecen mucho a los orígenes de Ciudadanos, en los que también se atisbaba cierto progresismo, que poco a poco se fue diluyendo hasta que el as de corazones -hay que ver cómo liga ahora Albert Rivera- llegó a pensar que podría incluso ocupar La Moncloa. Se llenó de balón, como se suele decir.
Por eso, estos desencantados de Ciudadanos y de UPyD buscan en el caladero de votos de los insatisfechos del PSOE. De los «huérfanos», como les denominan, de un partido que, parafraseando a una momia tan de actualidad como Alfonso Guerra, no lo conoce ya ni la madre que lo parió.
Su música no suena mal. Son permeables, reformistas, progresistas, europeístas, luchan por la separación de poderes, por la calidad del debate político, por potenciar la sociedad civil, por una España donde nadie sea más que nadie. Siempre molan estas utopías.
Puede que me equivoque, pero tal y como viene el viento últimamente no les veo disputando el próximo partido. Hay mucho nombre ya desgastado y quemado entre sus filas y con poca capacidad de arrastre. Si quieren tener la mínima oportunidad, deberían crear un líder o una lideresa joven que verdaderamente convoque a esa España que -es cierto- está harta de los actuales partidos políticos, que no sabe ya a quien votar, que está desorientada, que ya no se fía de ninguno, que cada vez pasa más de la política, que necesita un chute de optimismo y honestidad para volver a creer en que otra España es posible.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.