Sostiene el presidente de Renfe, Raül -no es una errata, así escribe su nombre en catalán- Blanco que el número de incidencias que ha padecido el transporte ferroviario en España durante el año pasado y lo que llevamos de este ha sido menor que las que sufrían los viajeros anteriormente. Que, en realidad, han sido un poco más destacadas y, sobre todo, más mediáticas.
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Su jefe, Óscar -con acento normal, así se escribe su nombre en castellano- Puente también asegura que no es normal lo que está ocurriendo. Poco menos que deja en el aire la sospecha de que existe una mano negra que le está haciendo la puñeta después de lanzar a los cuatro vientos su ya conocida frase de que estamos «en el mejor momento del tren». Pues menos mal.
Lo cierto es que no recuerdo tantas fotografías seguidas de las estaciones de Atocha o Chamartín llenas de viajeros atrapados por el mal funcionamiento del transporte ferroviario en nuestro país. Y eso me hace sospechar...
¿Y si en lugar de estar a lo que tenemos que estar el ministro de Transportes se encuentra más pendiente de sus exabruptos en redes sociales o de dar palmas cada vez que su presidente se defiende de los supuestos casos de corrupción que le acorralan?
¿Por qué no podemos llegar a pensar que el exalcalde de Valladolid no está haciendo bien sus deberes?
¿Cuántos ministros han conseguido ser reprobados por su «incapacidad» en la gestión uniendo al PP con Vox y a tres de los aliados parlamentarios del Gobierno como Podemos, ERC y Junts?
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Quizá, para estar en el Consejo de Ministros, no sea suficiente con presentar en el currículum varios cursos de confrontación política y un máster en X (la antigua Twitter). Quizá haya que dejarse de triunfalismos baratos y trabajar con humildad para resolver los problemas que verdaderamente importan a los ciudadanos. Quizá sea mejor dejar a un lado la prepotencia e informar, por ejemplo, a los alcaldes afectados del proyecto con el que el ministerio pretende remodelar la rotonda de E.Leclerc. Se sabe que el Gobierno quiere crear un nuevo enlace para conectar la circunvalación SA-20 con la autovía A-50, que nos lleva a Madrid, sin tener que pasar por la rotonda. Sin embargo, los primeros ediles de Santa Marta de Tormes y Carbajosa de la Sagrada desconocen de momento cómo se va a diseñar este trazado que afectará necesariamente a las zonas comerciales de ambos municipios.
La nefasta situación ferroviaria actual refleja a la perfección como anda el país. Descarrilado.
Con un presidente del Gobierno acorralado por los escándalos de Begoña, Ábalos, Koldo, Aldama... y, sobre todo, por unos socios que han encontrado el verdadero significado de aquella inexplicable sentencia de Mariano Rajoy del «cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos, mejor para mí, el suyo beneficio político».
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Con un fiscal general del Estado investigado por la filtración a la prensa de correos particulares del novio de la presidenta madrileña, que se permite la arrogancia de amenazar al personal señalando en televisión que maneja material muy sensible y muchísima información para filtrar de cualquier manera y que, por supuesto, no va a usar. Valiente sujeto este Álvaro García Ortiz.
Con un CIS de Tezanos que produce hilaridad y pena a la vez.
Y lo que es más grave, con un Gobierno que pretende freírnos a impuestos porque la vaca ya no da más de sí y no encuentra soluciones que no sean populistas para la que se nos viene encima.
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