Hay frases que acompañarán siempre a algunos personajes históricos. El «volveré» del general McArthur, la promesa de «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor» de Winston Churchill, el «veni, vidi, vici» atribuido a Julio César... Y, sin duda, a Pedro Sánchez lo recordaremos siempre por su «si necesitan más recursos, que los pidan». Con este cinismo se expresó el presidente del Gobierno en su declaración institucional del sábado pasado con motivo de las inundaciones provocadas por la DANA en Valencia. Con más de doscientos muertos encima de la mesa. Con más de un millar de desaparecidos. Con miles y miles de personas que lo han perdido todo. Con setenta pueblos cubiertos por el lodo. Con un demostrado desastre de gestión de los responsables de la comunidad autónoma en los primeros días de esta terrible crisis humanitaria.

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Por eso, no es extraño el recibimiento que sufrió en Paiporta junto a los reyes y al presidente de la Generalitat Valenciana. ¿Qué se creía? ¿Que le iban a aplaudir como está acostumbrado en sus mítines? No. La indignación y la desesperación de la ciudadanía es tan grande que allí nadie tuvo miedo de la posible reacción de los escoltas. Estaban hartos de la inoperancia de unos, de la hipocresía de otros, de sentirse solos ante la gran desgracia de sus vidas. Llevaban toda la mañana trabajando comprobando que solo con cepillos y escobas poco podían hacer para paliar la destrucción que los acorralaba. Los días habían pasado y allí no llegaba la verdadera ayuda, la de los profesionales con maquinaria propia de un país desarrollado.

Solo la reacción de don Felipe y doña Letizia, acercándose a ese pueblo que sufre, mientras Sánchez huía con el rabo entre las piernas, detuvo la ira vecinal.

Y ya está bien de echarle la culpa de la violenta reacción popular a la ultraderecha, como han hecho algunos medios de comunicación instigados por Moncloa. Que a Manolete le pilló un toro. Que ya no cuela.

Y todavía el Gobierno tuvo la desvergüenza de dejar caer que este histórico episodio ocurrió por un «empeño erróneo» de la Casa Real de visitar en ese momento a los afectados en Paiporta.

No seré yo quien diga que el Estado ha fallado, que tenemos un sistema autonómico que no ofrece respuestas eficaces ante situaciones de emergencia, como pudo comprobarse con la COVID y ahora con la DANA. Porque no es cierto. No falla el sistema, fallan las personas. Con nombres y apellidos. Personas a las que habrá que exigir responsabilidades. Personas que si no saben, que se echen a un lado, que al menos no molesten. Personas buenas, inútiles, trabajadoras, perversas, empáticas, delincuentes, solidarias, infames, heróicas... Coloquen el calificativo que mejor se ajuste a los protagonistas de este drama según crean. Pero no tiren por tierra un Estado que ha costado mucho esfuerzo construir y que algunos -con su exacerbada polarización- están empeñados en derribar.

En esta catástrofe, fallaron los sistemas de alarma que no activaron en tiempo y forma determinadas personas. Y, sobre todo, se han equivocado dos políticos perfectamente identificables. Carlos Mazón, con una ineficacia probada, y Pedro Sánchez, con una vileza propia de un tipo sin escrúpulo alguno. Todavía no entiendo cómo, después de una semana, no se ha puesto al Ejército al frente de esta labor de reconstrucción. Tenemos grandes especialistas en situaciones de emergencia. Aprovechémoslos a todos. Dejémosles que trabajen. Olvidémonos de siglas. Que hay muchas familias sufriendo. De lo contrario, que tengan cuidado quienes nos gobiernan o seguirán recibiendo bofetadas de realidad.

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