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Después de lo visto ayer en Bruselas, no sé qué hace Alberto Núñez Feijóo mendigando por los pasillos una investidura imposible. Habría que recordarle que solo con el mandato del rey no se forma un gobierno. Debería darse cuenta de que llevar del bracete a ... Santiago Abascal constituye un lastre irresoluble. Le convendría dejar de hacer el ridículo y no desgastarse en luchas baldías, que ya vendrán tiempos mejores. Querido Alberto, las cuentas no te salen. Y lo sabes.
Una vez más (y van...), Pedro Sánchez ha pergeñado una jugada maestra. Y para ello ha utilizado a su vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz. Sí, la de Sumar, Sí, con la que ha fagocitado a Podemos. Sí, esa a la que regala sus mejores sonrisas.
La indecente estrategia estaba perfectamente planificada. Primero, la dulce dama comunista rechazó reunirse con Núñez Feijóo, el tipo que -recuerden- ganó las últimas elecciones generales de este país que se llamaba España. Prefirió despreciarle y delegar en su portavoz parlamentaria, Marta Lois, un posible encuentro entre los partidos que ambos lideran.
Después se fue a Bruselas a lanzarse a los brazos del prófugo expresidente de Cataluña, Carles Puigdemont. Hay que allanar el camino a Pedro. Y para eso es necesario iniciar un proceso de rehabilitación de este huido de la Justicia. El de ayer fue el primer paso.
La «bienmandá» se puso la camisa blanca de las grandes ocasiones y, cual paloma de la paz, voló hacia la capital de la Unión Europea con una rama de olivo y muchas sonrisas Profidén. Se podría haber quedado ahí, pero prefirió firmar un manifiesto conjunto con un delincuente en el que ambos aseguran que van a «explorar todas las soluciones democráticas para desbloquear el conflicto político» en Cataluña. ¡Qué desvergüenza! ¡Qué sucio arreglo! ¡Qué blanqueamiento por unos votos que valen una investidura!
Y Pedro Sánchez sin mancharse la las manos. El presi en funciones perdió una hora de su preciado tiempo en sentarse con el líder popular para hablar de futilidades porque bien sabía que el encuentro no iba a servir de nada. Feijóo dijo que le había propuesto que le dejara gobernar dos años con seis grandes acuerdos de estado y a Sánchez le entró la risa floja. Las malas lenguas apuntan a que acabaron hablando de fútbol, o de Rubiales, que es más o menos lo mismo.
Ayer quiso mirar para otro lado y se desmarcó del escandaloso encuentro en Bruselas alegando que Yolanda hizo el viaje en nombre de Sumar y no como miembro del Gobierno. Habría que ver quién pagó los billetes de avión.
A mí todo esto me parece un pasteleo mayúsculo. Y en este enfangado territorio quien tiene todas las de ganar es Pedro Sánchez, un elemento sin escrúpulos que ya ha demostrado su impudicia en numerosas ocasiones. No duden en que si tiene que hincar la rodilla ante el tipo del flequillo que odia a España lo hará con tal de garantizarse otros cuatro años en el poder. Y si tiene que pagar con amnistías y referéndums no le dolerán prendas. Y si tiene que acallar a los tribunales para conseguirlo, no le temblará el pulso. El blanqueamiento ha comenzado.
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