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CORRAL DE COMEDIAS

Becarios

Si los estudiantes no tienen oportunidades para aprender el oficio difícilmente se incorporarán al mercado laboral

Martes, 20 de junio 2023, 05:05

Este domingo despedíamos con tristeza en la Redacción a Ángel, un joven estudiante de la Universidad Pontificia de Salamanca que durante los fines de semana venía al periódico para hacer sus prácticas en la edición digital. Espero que durante este curso que ha estado con nosotros haya aprendido a redactar con rapidez, a valorar las informaciones y a vivir el trabajo en equipo que se desarrolla en una redacción. Ahora, ha terminado su grado en Periodismo y, como muchos otros, piensa cursar un máster en Madrid. No tiene claro -pecado de juventud- si adentrarse en el mundo de la información digital que ahora está tan en boga o en el de la comunicación corporativa, que también tiene buenas salidas.

Los que vamos peinando canas ya hemos visto pasar a innumerables becarios por las instalaciones de la avenida de los Cipreses. Es más, algunos de los que poblamos la Redacción hicimos nuestros primeros pinitos periodísticos con esa categoría cuando el periódico todavía lanzaba sus ejemplares desde la rotativa situada en los bajos del edificio de la calle Peña Primera. Aquel olor a tinta...

Pues bien, Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo de la que todo el mundo habla porque quiere ser la cara amable de la extrema izquierda, pretende cargarse las prácticas como las venimos entendiendo hasta ahora. Y en un alarde de irresponsabilidad, al que nos tiene acostumbrado este Gobierno de los días contados, se ha sacado un Estatuto del Becario según el cual a partir del 1 de octubre los becarios tendrían derecho a cotizar por realizar sus prácticas en empresas o entidades públicas, sean curriculares o extracurriculares.

Si ya es difícil contratar a alguien por las elevadas cotizaciones sociales, imagínense qué van a hacer las empresas si les toca hacer lo mismo por un becario.

La irreflexiva idea de la ministra se ha topado con la oposición de la patronal, los rectores, los estudiantes, los consejos sociales de las universidades, las empresas de formación y las organizaciones de enseñanza privada. Solo ha contado con el apoyo de unos paniaguados representantes de UGT y CCOO.

El rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, ha dado en el clavo en su diagnóstico de este asunto: «El Estatuto del Becario tiene un propósito inconfesable, que es maquillar las cifras de la Seguridad Social». Resulta evidente que este Gobierno no es capaz de poner en marcha políticas que generen empleo estable y resolver esas grandes balsas de fijos discontinuos. Prefiere buscar fórmulas con las que crear situaciones irreales que endulcen los malos datos. Y así, de aprobarse esta norma, conseguiría una enorme caída ficticia del paro.

Como dice Rivero, «la empleabilidad de los jóvenes no es su prioriodad, pero sí pagarles el interrail». Un Gobierno de traca.

Lo peor de todo es que esta insensata que se dedica a hacer «cosas chulísimas», no se ha tomado en serio el más grave problema para el futuro de España: el paro juvenil. No lo digo yo, lo explicaba ayer en estas mismas páginas la periodista Rosalía Sánchez citando a un jefe de la inteligencia alemana, de esos que están generalmente bien informados.

Desde luego, si los estudiantes no cuentan con oportunidades para aprender el oficio en el que se desenvolverán y, sobre todo, para demostrar su valía en las empresas, difícilmente se incorporarán a un mercado laboral cada vez más cambiante y complicado.

Por cierto. Lo que más me apena es que de haberse aprobado este Estatuto, quizá no hubiera conocido a Ángel. Un gran tipo. Ni a muchos otros.

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