Todo evoluciona menos el Fin de Año Universitario. Objetivamente, de aquella fiesta que comenzó como una concentración espontánea para festejar entre amigos las fechas navideñas apenas queda nada. Ha perdido la esencia para convertirse en una reunión de chavales que llegan de toda España cargados de botellas para montar un espectáculo en la Plaza Mayor. Los medios de comunicación nacionales envían sus equipos a Salamanca y con eso nos pensamos que tenemos una fiesta internacional, exitosa, que pone a Salamanca en el escaparate nacional sin darse cuenta de que la promoción que necesita la ciudad no es la de convertirse en la capital del botellón.

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Salamanca es una ciudad hospitalaria, alegre, que cuenta con los estudiantes universitarios como uno de los principales motores de su economía. ¿Merece la pena la imagen lamentable de decenas de borrachos por las calles por unos cuantos euros para los bares de copas? La respuesta, para la gran mayoría de los vecinos es «rotundamente no». El ocio nocturno que tanta riqueza ha dado a avispados empresarios salmantinos ha cambiado, y la gallina de los huevos de oro que fue a finales de los 90 y en el inicio del nuevo siglo el abrir pubs y discotecas ya no lo es tanto porque los hábitos de los jóvenes no son los mismos y su economía, tampoco. Ahora la gente prefiere un buen tardeo, a las 11 de la noche a la cama y al día siguiente tienes toda la jornada por delante como para hacer cosas. Sería mucho más útil dar una vuelta a la oferta nocturna actual fomentando espectáculos y dando oportunidades a artistas locales que tanto potencial tienen.

La suciedad de la que tanto nos quejamos habitualmente los ciudadanos por el Fin de Año Universitario quizás sea el menor de los problemas, porque realmente los trabajos de limpieza son muy rápidos y se consigue devolver a la normalidad a la ciudad inmediatamente.

La Asociación de Hostelería de Salamanca está haciendo muchos esfuerzos para intentar que el sector siga teniendo el auge y el empuje de antes de la pandemia y lo está consiguiendo con los bares y restaurantes del centro de la ciudad, con la instalación de las terrazas y con el plan para que Van Dyck vuelva a ser lo que era, otra cosa bien distinta es el ocio nocturno, donde no se ha logrado ningún avance y se aferra a esta fiesta caduca de Fin de Año Universitario.

El espectáculo vivido ayer por la noche en la Plaza Mayor quizás sea, dentro de los actos navideños, el más conocido fuera de la ciudad, sin embargo no sigue la senda marcada últimamente por el Ayuntamiento para conseguir atraer visitantes gracias a su apuesta navideña.

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El esfuerzo realizado quizás empiece este año a dar sus frutos. Parece que por fin hay unanimidad en decir que tanto el abeto gigante instalado en la Plaza Mayor como la iluminación en las inmediaciones de la Catedral han sido grandes aciertos. Dar un paseo por la Rúa, acercarse a la plaza de Anaya y llegar hasta el Huerto de Calixto y Melibea es un privilegio solo al alcance de los salmantinos y los turistas que nos eligen. La retirada de las terrazas en la Rúa por la tarde es un acierto del que todos salimos beneficiados, también la hostelería, y el mercadillo de Anaya, que quizás sea lo más flojo, da un poco de aire a los comerciantes de la zona.

Es momento de que estas mismas ganas y esfuerzo que el Ayuntamiento pone en el parque de Navidad las traslade a su relación con la hostelería salmantina para dar un giro al Fin de Año Universitario, y ya de paso también a la Feria de Día. A tiempo están de lograrlo para el próximo año.

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