Carbayo cumplió su palabra, tarde pero la cumplió. Y la cumplió a pies juntillas. El Partido Popular de Salamanca necesitaba rearmarse, no porque precise mejorar sus resultados electorales a corto plazo, sino porque los militantes necesitaban ver que el cambio prometido se materializaba en nueva ... Ejecutiva y en un giro de modernidad para un partido que se había quedado desfasado.

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Aprovechando que se cumplía un año del célebre «aquí mando yo» con el que llegaba al poder, el presidente de los populares salmantinos daba a conocer su núcleo de confianza con savia nueva y apoyándose en la figura femenina tal y como se había comprometido. Durante este año David Mingo sí ha ejercido de secretario provincial, pero los afiliados se han preguntado para qué ha servido el nombramiento de un adjunto al presidente, Jeremías Rodríguez, que más allá de una labor oscura no se le recuerda ni una sola comparecencia pública.

Carlos García Carbayo ha tenido la valentía de situar como vicesecretaria de Organización a Pilar Sánchez, una mujer criada a los pechos de Javier Iglesias desde su etapa en el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo que ha crecido como la espuma para ganar peso en la Diputación como portavoz del equipo de Gobierno. Su designación ha sorprendido a muchos, pero seguramente su trabajo acabará con la crítica interna que pudiera haber provocado su designación. Un valor seguro es Marcos Iglesias, que políticamente tiene pinta de que será lo que él quiera ser. Las otras cuatro vicesecretarías han ido a parar a tres alcaldesas experimentadas que no son sospechosas de ser independientes: Rosa Esteban, que cobra protagonismo desde las Cortes de Castilla y León, Maribel Sánchez, defensora a ultranza de la mujer en el municipalismo rural, y Victoria Manjón, que acostumbrada al banquillo ha pasado a ser titular. La otra vicesecretaria es Miryam Rodríguez, una de las mujeres de confianza del regidor en los despachos de la Plaza Mayor. De un plumazo ha acabado Carbayo con la vieja guardia.

La pregunta que ahora se hace gran parte de la militancia es si este equipo tendrá capacidad de decisión en el partido o si Carbayo apenas delegará la gestión más allá de su asesoría. Los nombramientos, a priori, tienen todo el sentido del mundo. Ahora, después de este primer paso queda como prioridad dar una vuelta a las juntas locales. Es preferible cambiar los estatutos del partido para eliminarlas que mantenerlas como están. Es lamentable ver como alguna de ellas está presidida por un militante tristemente fallecido o como en los órganos de otras hay personas desvinculadas del PP que han formado parte de las listas electorales de otras formaciones políticas. También hay que reconocer a la nueva cúpula del PP salmantino que sí se ha empezado a mover visitando las cabeceras de comarca. Eso lo agradecen principalmente esos alcaldes que sostienen desinteresadamente y sin ver un euro el voto popular en las zonas rurales.

La gran suerte de Carbayo es que el partido funciona como un tiro y que quizás la única gran medida impopular a la que tendrá que enfrentarse durante su mandato es quién le sustituirá como candidato a la Alcaldía de Salamanca el día que quiera apartarse. No parece ser Carbayo de ese tipo de políticos que se aferran al cargo y al sueldo a sabiendas de que ya son un lastre. La decisión de seguir siendo alcalde a partir de 2027 será suya y solo suya, porque el PSOE nacional ya se ha encargado de poner una alfombra roja a cualquier candidato que se presente por el Partido Popular.

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