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El problema del anteproyecto de presupuestos de la Comunidad para 2025 no son las inversiones o los proyectos que la Junta pondrá o no en marcha. La dificultad está en que, hoy por hoy, son más una utopía que una realidad. El PP no tiene mayoría suficiente para aprobar en solitario las cuentas después de la espantada que dio Vox en julio y que rompió en todas las comunidades autónomas donde tenía acuerdos de gobierno con los populares. García-Gallardo dejó la vicepresidencia de la Junta con más pena que gloria y motivado por una estrategia política de Abascal que ni él mismo entendía, por eso le resultó difícil de explicar al resto. El número de menores no acompañados que iba a acoger Castilla y León, el mismo que años anteriores, fue la excusa. Cuatro meses después de abandonar, por imperativo de Abascal, no es factible que a García- Gallardo y a su grupo les dejen apoyar las cuentas, aunque sean buenas para la región y prácticamente continúen los mismos proyectos que cuando ellos los respaldaron los de 2024. Y si Vox no apoya los presupuestos, en el partido de Tudanca no están ni para cuentas ni para cuentos. Ni él mismo sabe la prórroga que le concederá Sánchez antes de cargárselo. Por eso no está pensando en ser útil a la región, «colar» alguna enmienda y apoyar las cuentas. Sería mucho pedir.
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