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Menos mal que solo hay un debate a dos, porque si hay más, Sánchez pierde hasta la soberbia. Anoche no le fue nada bien en el cara a cara con Feijóo. El líder del PSOE quería debatir día sí y día también, gracias tiene que dar que solo ha tenido que pasar el trago una vez. Sus asesores, encabezados por el expresidente socialista en Castilla y León Óscar López, le dijeron que fuera empático, que abandonara la altanería y la chulería, pero la templanza de Feijóo lo sacó de quicio y perdió los papeles al segundo asalto. Se le torció el rictus y le salió la cara de asco. La economía se le atragantó con el paro, la inflación y los impuestos, pero con la ley del «solo sí es sí» se le fueron al garete los tres días de estudio sesudo que llevaba preparando el debate. Solo le quedó el manoseado asunto del pacto con Vox. Pero lo de que «viene el lobo» ya no funciona, más cuando los independentistas y los herederos políticos de ETA lo tienen cogido al señor presidente por «salva sea la parte» y lo zarandean dialécticamente cada vez que quieren. A Feijóo se le vio solvente y con propuestas, Sánchez acabó K.O.
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