El vicepresidente del Gobierno de Castilla y León, Juan García Gallardo, le salió respondón al pijoprogre del cine, el rico comunista Pedro Almodóvar, que este sábado en Valladolid volvió a acaparar el patrimonio de la cultura para la izquierda, al mismo tiempo que intentaba tapar las cuantiosas subvenciones que recibe el cine español -salvo algunas excepciones que, por no estar en la órbita de la ideología comunista, no son regados con ayudas estatales- asegurando que el dinero que los cineastas reciben lo devuelven con creces al Estado a través de los impuestos y la Seguridad Social, además de crear miles de puestos de trabajo.

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¡Hombre, faltaría más!, ya se supone que pagan los impuestos igual que pagamos los demás y crean empleo, como lo hacen miles de empresarios en España, demonizados, por cierto, por la izquierda sectaria de este país.

Mi peluquera emplea a una persona y no recibe subvenciones, pero también paga sus impuestos religiosamente porque de lo contrario, ya sabe lo que le espera. Y el frutero se queja de lo que han subido los precios y lo poco que vende últimamente, pero Hacienda no le perdona los impuestos. Lo mismo le ocurre a mi carnicero, que también tiene problemas para hacer frente a los pagos en esta dura cuesta de enero. No todos los sectores tienen el mismo trato para este Gobierno, sin ninguna duda, por no hablar de los agricultores y ganaderos que estos días recorren las calles de España reclamando un poquito de atención por parte del Ejecutivo.

Gallardo, haciendo honor a una de las acepciones de su apellido que recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua, tuvo la osadía o el atrevimiento de recordarle al cineasta del «no» a la guerra y del silencio ante los problemas sociales de esta España nuestra, que hiciera de altavoz de las reivindicaciones actuales de la sociedad, como por ejemplo, el grave problema del campo o del sur de España para luchar contra el tráfico de drogas y la falta de medios de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que velan por la seguridad en esa zona.

Esa noche llamó la atención poderosamente el silencio de un cine subvencionado y al servicio del Gobierno social-comunista, que no se acordó de los dos guardias civiles asesinados unas horas antes por los narcos.

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El vicepresidente de la Junta, del partido de Abascal, le dio la oportunidad al cineasta de la ceja para que tuviera su momento de gloria en la gala de los Goya, restándole protagonismo a la película que acaparó los premios, «La Sociedad de la Nieve», y de paso le dio pie a la libre interpretación del actor secundario, el ministro de Transportes y Movilidad, el inefable Óscar Puente. Sin él, sin su reconocida intervención, no hubiera sido posible que Valladolid acogiera Los Goya, que «son el evento cultural más importante que jamás ha tenido lugar en el ámbito territorial de Castilla y León y ha ocurrido gracias a que un alcalde socialista tuvo el empuje y la ambición para llevarlo a su tierra. Lamentablemente lo que queda allí es gente que califica a la cultura de señoritos y paniaguados», ha dicho el que faltaba del trío.

Los tres personajes que protagonizaron los Goya se necesitan. Vox es el mejor aliado que tiene el social-comunismo y Pedro Sánchez para seguir en la pomada. El partido de Abascal alimenta la animadversión enfermiza a la derecha y al PP.

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Cada vez que Abascal o Gallardo hablan suben los apoyos a Sánchez o a sus socios social-comunistas y eso Almodóvar lo sabe. Ahora más que nunca se necesitan para que en Galicia triunfe el independentismo.

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