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DESDE LA TRIBUNA

Que le den tila

Sánchez ha perdido un hermoso tiempo de campaña para preparar un debate que no le ha podio resultar más nocivo

Miércoles, 12 de julio 2023, 06:00

Vaya tortazo que se metió Sánchez! Él solito y sin ayuda de nadie. El todavía presidente del Gobierno hubiera necesitado y mucho ese pinganillo del bulo difundido durante toda la jornada por el propio PSOE.

Algunos de sus ministros, como el inefable titular de Agricultura, Luis Planas, estuvieron durante todo el día del debate preparando el terreno para que estuviera bien enfangado, cuanto más mejor y dijo que ante el riesgo de que el líder del PP se ayudara de un pinganillo para debatir con Sánchez, el PSOE había solicitado su prohibición.

Realmente los acólitos al sanchismo lo que buscaban era la bronca para tapar las carencias del presidente. Pero, al líder socialista sí le hubiera hecho falta un pinganillo por el que se le pudiera administrar tilitas cada vez que se alteraba, que fue constantemente, y alguna sustancia dopante cuando se quedaba K.O. por los golpes dialécticos y la templanza de Feijóo.

Ayer por unanimidad se le dio la victoria a Feijóo, excepto todos los hombres del presidente que empezaron con el mantra de las mentiras de los datos, siguieron con que el debate fue muy bronco y terminaron justificando hasta las constantes interrupciones de Sánchez, que no callaba ni aunque le hubieran puesto debajo del agua.

Desde que Zapatero le confesó a Gabilondo, ante un indiscreto micrófono abierto, que lo que les convenía era que hubiera tensión, los socialistas no han dudado en generar el caldo de cultivo de la bronca cuando las cosas se ponen feas en los sondeos electorales.

Pero una cosa era Zapatero que, aunque dicen que es peor que Sánchez y el precursor de la división y la crispación entre la sociedad española, empatizaba mucho más con la gente porque tenía cara de bobalicón. Sin embargo, lo peor de Sánchez no son siquiera su incapacidad ni sus incontables mentiras, sino esa imagen de prepotencia, altanería y de chulería que producen rechazo en el electorado.

El candidato socialista ha perdido un hermoso tiempo de campaña electoral para preparar un debate que no le ha podio resultar más nocivo para sus intereses y para los de su partido. Cuatro días en los que podría haber aprovechado para entrenarse en la templanza, para practicar la humildad y, sobre todo, para llevar estudiados mejor los datos, confesar sus numerosas mentiras y hacer propósito de la enmienda de no volver a mentir nunca más o cambiar de opinión, que para él es lo mismo.

Sánchez perdió los papeles al primer asalto. En cuanto Feijóo le sacó dos o tres cositas para rebatir su afirmación de que la economía «va como una moto». Y es que el inquilino de La Moncloa no está para decirle a nadie que miente, porque él se ha ganado a pulso y sin la ayuda de nadie el título de mentiroso profesional.

El resto del tiempo que duró el cara a cara estuvo descompuesto, interrumpiendo continuamente al contrincante y con el gesto tenso. Sánchez no está para debatir con nadie. Si acaso para un monólogo en la sala de prensa de los Consejos de Ministros cuando no dejan preguntar o se pactan las preguntas. Pero cuidado, que los independentistas y los Bildu-etarras le pueden dejar en paños menores en cualquier momento y a ver cómo se tapa las vergüenzas de haberse entregado y claudicado a lo peor de cada casa aun a riesgo de perjudicar al resto de los españoles.

Dice Sánchez que le insultan cuando le gritan que te vote Txapote. Y yo me pregunto: ¿dónde está el insulto? Si le hubieran dicho eres un imbécil, entendería que se ofendiera, pero por recordarle sus negras alianzas… No lo entiendo.

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