Nos deja en pañales

Óscar Puente tiene que salir un poco más de Valladolid y pasearse por el resto de Castilla y León. Aquí, en Salamanca, estaríamos encantados de verlo y si viene en tren, mejor que mejor. No es necesario que lo coja en Madrid. Es suficiente con que se suba en Medina del Campo, siempre que tenga billete porque, aunque él no lo crea, es bastante complicado pillar una plaza para uno de los tres trenes diarios que tenemos.

Me gustaría explicarle en persona que Valladolid dispone de 29 trenes rápidos con la capital de España -el tiempo de viaje no supera la hora y cinco minutos en el peor de los casos- mientras Salamanca, que está en el oeste del oeste de España, dispone de tres servicios por trayecto. La diferencia es abismal.

Este ministro tiene ese punto «macarra» que da un excelente juego para los titulares en los medios de comunicación. No deja indiferente a nadie, ni a los suyos, que seguramente le dirán: «Dales más caña», ni a los de la oposición, para los que es chabacano y deslenguado, el bocazas que quiere tener cualquier gobierno.

Para mí el punto más amargo de Óscar Puente, el ministro estrella de Pedro Sánchez, el dóberman del Gobierno, es su repugnante centralismo. Es normal que en su etapa como alcalde de Valladolid quisiera llevarse todo para su ciudad y ya se sabe que contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar y las administraciones públicas podían poner freno al ansia de acaparar todo.

Él quería que Valladolid fuera la que se llevara el gato al agua con los estudiantes universitarios, con los de español, con los turistas, con la sanidad pública y los servicios hospitalarios y, por supuesto, con todas las inversiones en tierra, mar y aire, si hubiera sido posible. Pues bien, antes no era posible, pero ahora es posible, porque Óscar Puente está en uno de los ministerios con más dinero para invertir, el de Transportes y Movilidad Sostenible.

El lunes tuvo una intervención en Valladolid en la que dejó a sus compañeros socialistas de Salamanca con las posaderas al aire y a los salmantinos muy preocupados. Por supuesto no dijo ni pío sobre la deficiente y penosa comunicación de una de las provincias con mayor potencial turístico y universitario de Castilla y León, muy a su pesar. Tardamos una hora y cuarenta minutos en llegar a Madrid y solo disponemos de tres trenes al día, que casi siempre están llenos.

La pelea por aumentar, al menos a cinco las frecuencias diarias, que eran las que estaban previstas antes de que la pandemia nos cortara las posibilidades de crecer, se están frustrando con un político en el que teníamos esperanzas por ser de esta tierra.

El proyecto para la recuperación de la línea férrea de la Ruta de la Plata, para el que hay grandes posibilidades de financiación europea, dice el ministro que «está en pañales». El trazado discurría entre Sevilla y Gijón y vertebraba por ferrocarril el norte y el sur de la Península Ibérica, pero está desmantelado porque un gobierno socialista lo decidió y ha sido Europa la que lo ha incluido dentro de los proyectos financiables. Pero si la importancia para el Gobierno es: «Está en pañales», dudo que las autoridades europeas muestren interés.

Lo de menos es que Puente apueste abiertamente por Valladolid para potenciar los vuelos internacionales. Lo demás, lo realmente preocupante es que un vallisoletano muestre tan poco entusiasmo y manifieste tan escaso interés por las infraestructuras de Salamanca que dependen ahora de él. Ya se tendría que haber puesto manos a la obra, como mínimo, para recuperar la cuarta frecuencia con Madrid. No nos castigue más, que es el ministro de todos, no solo de Vallladolid.