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Vivimos en un momento de la Historia tremendamente contradictorio. Mientras se pone de moda todo lo «Bio», lo natural, lo auténtico, tanto en alimentación como en cantidad de productos que usamos para nuestro cuerpo, el ser humano ataca su físico sin consideración.
Esta semana salían a debate las cifras que muestran cómo afrontamos en España la imagen y la estética. El informe de «Percepción y uso de la Medicina Estética en España 2023», elaborado por la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), pone de manifiesto que un 46% de la población española ha reconocido haberse realizado un tratamiento estético –con intervención quirúrgica o no-, en el último año. También destaca, como estas operaciones han crecido significativamente, un 20 %, en la población más joven, de 16 a 25 años, contribuyendo así, a bajar la edad media de las personas que comienzan a realizarse retoques estéticos, situándose ahora en los 26 años. Los datos también revelan que son las mujeres las que más acuden a estos tratamientos, 7 de cada 10. El dato más preocupante que se extrae del informe es que, 8 de cada 10 intervenciones, las han realizado profesionales que no estaban cualificados.
También se desprende que, entre las causas de este fenómeno se encuentran: las redes sociales, la exposición mediática, las videollamadas o las apps de filtros Play Video. Al parecer la sociedad, y los más jóvenes en particular, están sometidos a la dictadura de los nuevos cánones de belleza, y para ello da igual quién, cómo o dónde se haga, el objetivo es «ser la más bella», como la bruja de Blancanieves. Este ojo que observa lo hace desde un pensamiento identificado con el de «La arruga es bella» de aquel eslogan que popularizara la firma Adolfo Domínguez en 1982, para dejar claro la verdadera belleza intrínseca de los tejidos y de las personas, aspecto que corresponde también a la visión filosófica de la firma, reafirmando así no solamente el espacio estético, sino también el ético.
Ahora que los calores nos sacan a las terrazas, quiero hablarles de: Rosa, María Luisa, María Jesús, Carmen, Charo y Virtudes. Son uno de los grupos de «Chicas de Oro» de la Plaza de Julián Sánchez el Charro. Entre todas suman más de 500 años. Son mujeres guapísimas, arregladas, ideales en ética y estética y ninguna de ellas recurrió al bisturí para llegar a la plenitud con tanta hermosura. ¿Cuidarse? Por supuesto, porque eso es cultura, ¿abandonarse? jamás, porque eso es también cultura, autoestima y coquetería natural. Aceptarse y saber envejecer es digno de un pensamiento evolucionado y de una forma de entender la vida y el paso del tiempo, que tiene que ver con aceptar nuestra finitud. Entre todas suman un montón de hijos, nietos y bisnietos…Cuando las miro, en todas veo una «Blancanieves». ¡¡¡A ver si aprendemos algo de quienes más pueden enseñar!!!
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