Secciones
Destacamos
Quizá esta columna de hoy tendría que titularse Len. Así se llama mi nuevo compañero sentimental, no se equivoque nadie que, en estos momentos que vivimos, todo puede ser mal interpretado. Se trata sencillamente de un perro de aguas, cariñoso y encantador, que unos buenos amigos me han regalado. Un animalito entrañable con una educación que ya quisieran muchos humanos. Ahora bien, Len es perro e intuyo, por sus maneras, que es consciente de ello y como tal se comporta. Lo cual es de agradecer porque de no ser así se complicaría la cosa bastante, como se le ha complicado a esa buena mujer cuyo hijo se siente gato y ella ha decidido llevarlo al veterinario en lugar de al pediatra. Ya lo decía nuestra santa castellana, Teresa de Jesús: «Espera un poco, hija, y verás grandes cosas». Me temo que la Santa, como se dice en Alba de Tormes, no sospecharía ni de lejos lo que las generaciones venideras podríamos llegar a ver. Si para ella, por aquel entonces, la vida era una mala noche en una mala posada, hoy sabe Dios lo que diría. En fin, volviendo al can que me han regalado, he de decir que no son pocos los que me recomiendan que el animalito en cuestión socialice todo lo posible. Realmente llama la atención con qué facilidad animamos a que socialicen los perros y animales varios, mientras nos resulta un tanto complejo hacerlo con los humanos, sobre todo si no son «de los nuestros». No me quiero poner estupendo, como diría mi paisano don Ramón María del Valle-Inclán, pero hay expresiones que de tanto escucharlas me empiezan a empachar así como ciertas actitudes, poses y postureos varios que, de tan progres, me parecen trasnochados. Cada día estoy más convencido de que tanta autoayuda mal entendida genera distancias abismales en la humanidad. Para muestra los comentarios de mal gusto, por decirlo suavemente, acerca de las víctimas del terremoto de Marruecos o los de Helmut Marko acerca del piloto mejicano Checo Pérez, y los de quienes atacan a la modelo Athenea Pérez candidata murciana que representará a España en el certamen de Miss Universo. Los ejemplos por desgracia serían infinitos, con lo cual entiendo que nos queda camino por andar para socializar, más del que recorrió Teresa de Jesús. Se nos llena la boca con términos como solidaridad o respeto, tolerancia y comprensión entre otros y, sin embargo, detrás de los valores que supuestamente queremos hacer realidad nos encontramos con un vacío de sentimientos de cariño y cercanía que tira por tierra todo esfuerzo por socializar ¿Es tan difícil entender que el respeto no implica cariño ni amor hacia la otra persona y sin embargo el cariño y el amor sí implica respeto por la otra persona? Qué fácil es teorizar y cuánto nos cuesta practicar ¿Por qué ese empeño en qué dejemos de sentir? ¿Por qué tanto interés en socializar si caminamos hacia una realidad cada vez más individualista y egoísta? ¿Por qué tanto interés en hacerlo todo redondo y cada vez hay más aristas? Quizá, mejor humanizar con el corazón que no socializar con la cabeza.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.