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A riesgo de ser malinterpretado o tachado de cura soltando una homilía en la opinión de hoy, no puedo por menos, dadas las fechas que son, de hacer una reflexión semanasantera sin ser un capillita. Ciertamente, no hay que hacer capilla sino más bien Iglesia, pueblo de Dios y, en definitiva, fraternidad, humanidad o como le queramos llamar a todo aquello que nos sirva para crecer juntos y, si es posible, disfrutando del día a día. Pues eso, quizá será bueno comenzar por el título y no precisamente para recordar esa marcha procesional del compositor Abel Moreno Gómez, estrenada en el congreso de cofradías de Salamanca en el año 2002. Fue interpretada por la banda de música del Regimiento Inmemorial del Rey, no fue gratis como era de suponer, aunque algunos no lo entendieran. En fin, que nos espera una semana intensa pero no tensa, una semana de Fe vivida, sentida y compartida. Una semana de Pasión que hemos de vivir apasionadamente. Vivida por los creyentes y, como dice el cartel que cada mañana a las 7,45 leo en la sacristía de la Iglesia de las Franciscas en la calle Ponferrada del barrio de la Prosperidad, «celebra esta misa como si fuera tu primera misa, tu única misa, tu última misa». Lo mismo es aplicable a la Semana Santa, con la certeza de que para muchos así será, la primera, la única o la última. Sentida será por quienes procesionan no sólo por las calles sino por su interior, reviviendo y reavivando su compromiso como cristianos. También será compartida, pero de maneras diferentes, por quienes se acercan a otear el horizonte semanasantero salmantino. Muchos vendrán buscando esa austeridad y sencillez que nos caracteriza y se encontrarán de todo, con lo propio y lo autóctono que es preciso salvaguardar, porqué quien olvida sus raíces pierde su identidad, y con las fotocopias de estilos propios de otras realidades como la vecina Zamora o la más lejana Andalucía. Ahora bien, todo suma. Bien es verdad que últimamente lo que más suma es el interés turístico y hacer buena caja. Lo entiendo porque hay que sobrevivir y soplan malos vientos en los tiempos que corren, pero la Pasión en Salamanca, como en todas partes, nace de una vivencia de Fe. Quien así no lo entienda es muy libre de vivirlo como considere oportuno, pero desde el respeto hacia quienes creemos, sentimos y tratamos de vivir en conciencia, limitaciones incluidas, nuestra condición de creyentes. Ha de ser una semana en la que los creyentes no hemos de despistarnos si es posible, el único protaginista es Jesucristo. Hemos de buscar los medios para saber dónde estamos y centrarnos, no me refiero con esto al sistema GPS para localizar en cada momento dónde se encuentran las distintas procesiones, la idea no es mala para los turistas, los que somos de aquí y no de «pallá», sabemos que Salamanca no es Nueva York y a golpe de tambor o corneta nos orientamos fácilmente. En fin, vamos a por todas, a vivir, a sentir, a disfrutar y a compartir con pasión nuestra pasión por Salamanca. Feliz y apasionada Semana Santa.
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