En estos días de tantas matanzas repartidas por la geografía salmantina, uno siente más cerca el mundo rural, el pueblo y el calor del hogar y de la familia. La suerte de ser nombrado matancero en Santa Marta de Tormes ha hecho que mi infancia se hiciera muy presente y tantos momentos vividos en torno a la matanza volvieran a mi mente como si fuera ayer mismo. De nuevo, viene al recuerdo aquello de que «España huele a pueblo», aunque a Victoria Beckham le oliera a ajo. España huele a pueblo y a mucho más, aunque a muchos su olfato no les dé para saborear la intensidad de la riqueza humana de nuestra querida España, «esa España tuya, esa España mía, esa España nuestra» que con tanto sentimiento cantaba Cecilia y que muchos se empeñan en que sea de todos y de ninguno. En fin, volviendo al título no puede uno por menos de pensar en tantas cerdadas como las que acontecen en el mundo. Porque de los cerdos no vamos a hablar, no procede, no se lo merecen, pero de las cerdadas sí tenemos que hablar, hay que denunciarlas. Cerdadas a nivel mundial, como las de Trump, Putin, Zelenski y otros muchos que sin aparecer en escena están poniendo en riesgo a la humanidad entera. Cerdadas más próximas, como las de quienes teniendo un cargo de responsabilidad que han de ejercer en servicio de la comunidad lo emplean caprichosamente, defendiendo sus intereses, o más bien sus caprichos particulares sin tener en cuenta su misión y lo que representan. De momento no pondremos nombre y apellidos o cargo, a la espera de que la Junta de Castilla y León lo resuelva. Estos días son muchas las matanzas que se celebran en distintos lugares, todo con el fin de poner en valor algo que para muchos es desconocido. Muchos no han vivido esa experiencia en su infancia. Ni esa ni otras muchas. El supuesto progreso se ha llevado por delante muchas costumbres y tradiciones, apelando a mil excusas y justificaciones han desaparecido, se las han cargado y lo hemos permitido. Llama la atención como primero nos cargamos «lo de siempre» y como luego hacemos jornadas temáticas sobre lo que nos hemos cargado. Llama la atención la queja y el lamento del vacío de nuestro mundo rural a la par que no somos conscientes de la necesidad de promover todo aquello que genera espacios y momentos de encuentro. Es bonito recordar cuando nos dio por hacer frontones, parques infantiles, piscinas, pistas de pádel, ... y múltiples talleres temáticos de distinta índole, todo ello fundamentalmente basado en la búsqueda del voto y no precisamente en la necesidad real de nuestros pueblos y de sus habitantes, mayoritariamente de edad avanzada. Discúlpenme el tono irónico pero es que no podemos continuar con dinámicas de pan y circo, serán necesarias, que lo dudo, pero no son suficientes. No podemos continuar planteando soluciones si no contamos con medios adecuados. No podemos prometer cosechas abundantes si no realizamos la siembra oportuna. Ojalá aprendiéramos en la vida a aprovechar todo y ponerlo en valor, como se hace en la matanza. No hagamos de este mundo una cerdada.
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