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Parece que éste es el momento en el que todos estamos llamados a jo… la marrana. La expresión es de todos conocida, pero no imaginaba yo que pudiéramos llevarla al extremo y mucho me temo que lo estamos consiguiendo. Una vez más rememoro la célebre salutación matinal de aquel hermano marista en Tui: «Otro día que amanece y el número de tontos crece» o la del profesor trinitario aquí en Salamanca, el padre José María Arbizu: «Recuerde señor Muiños que a muchos les hizo Dios mil favores levantándoles las patas de adelante».
Me da cierta pena pensar, e incluso reconocer, que algo de razón no le faltaba a ambos, incluso me atrevería a decir que cada día, visto lo visto, tengo que darles más la razón. Uno lee la prensa, escucha la radio o ve la televisión y no deja de sorprenderse con la estulticia humana. Da igual mirar el entorno político que el de la Iglesia, ¡qué manera de triunfar! Pero el resto de la sociedad tampoco estamos libres de culpa, aunque más de un inconsciente tire piedras sin saber dónde van o incluso contra su propio tejado. Qué manera más gratuita de jo… la marrana.
Un ejemplo cercano puede ser la manera de desgraciar con ridículas pintadas el recién estrenado mural de la Alamedilla. Y más allá de la nueva ley de protección animal que se va acercando sin prisa pero sin pausa, qué decir de ese «arrebato» reivindicativo en defensa del marrano de san Antón en la Alberca. Esto sí que es jo… la marrana o en este caso el marrano, menos mal que la nueva ley de protección animal nos iluminará al respecto de todos estos temas. Y teniendo en cuenta que hay niños, niñas y niñes que pueden sentirse perro, gato o cualquier otro tipo de bicho viviente, quizá será necesario replantearse la ley del aborto dado que no se permite la eutanasia animal si no es por enfermedades graves. No me mal interpreten que no quiero jo… la marrana con estas cosas y a mayores, visto lo visto, no está el horno para bollos, lo digo en estricto sentido pastelero.
En fin, que más allá de la marrana del dicho, lo que realmente estamos jorobando, por decirlo en fino, es el mundo y la vida. Nos estamos convirtiendo en una plaga sobre la faz de la tierra: leyes, normas, estudios, reivindicaciones, cumbres y negociaciones, ... pero al final, todo se queda en agua de borrajas. Los compromisos se diluyen como castillos de arena y nos ahogamos haciéndonos aguadillas unos a otros en lugar de tratar de salir juntos a flote. Ya está bien de jo… la marrana con tanta polémica innecesaria, con tanta actitud revanchista o con tanta dejadez y desidia para tender la mano y tratar de hacer las cosas más fáciles en un mundo tan difícil. ¿Cuándo tomaremos conciencia de que la vida misma se complica por sí sola sin necesidad de que nosotros jo… la marrana?. Para muestra las desgracias que acontecen día tras día, la última sin ir más lejos, la de Murcia en la madrugada del domingo, con unas muertes innecesarias y evitables si nos preocupáramos de lo importante y nos dejáramos de jo… la marrana.
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