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Obstáculos hacia la igualdad

El camino hacia la igualdad de la mujer está sembrado de minas y las administraciones deben ponerse las pilas y buscar otras estrategias

Jueves, 20 de marzo 2025, 06:00

El IV Congreso de la Mujer organizado por LA GACETA el pasado martes ofreció un interesante panorama de lo mucho y bueno que las administraciones y la sociedad civil están haciendo para avanzar en la defensa de los derechos de la mujer, en la igualdad con el hombre y en la lucha contra la violencia de género. Tanto el Gobierno regional como el Ayuntamiento de la capital y la Universidad insisten en reforzar y crear nuevos programas e iniciativas para combatir la discriminación y la violencia en todos los frentes, y así lo explicaron tanto la vicepresidenta y consejera de Familia, Isabel Blanco, como la concejala de Familia, Miryam Rodríguez, o la directora de la Unidad de Igualdad de la USAL, Inmaculada Sánchez.

Sin embargo, todo ese esfuerzo, que se suma a la cuantiosa inversión del Gobierno central en políticas a favor de la mujer, no está obteniendo los resultados esperados. Es más, en algunos ámbitos, parece que retrocedemos en lugar de avanzar.

Todo este empeño conjunto no logra rebajar de forma sustancial el número de feminicidios. En los últimos diez años la terrible cifra de mujeres víctimas de violencia de género se mantiene estable en torno al medio centenar. Las políticas que se están aplicando no funcionan. Elevar las penas para el asesino no evita que mate a su pareja; el sistema de protección de las mujeres no detecta de manera adecuada los riesgos; no se toman medidas de protección si no hay denuncia previa y no se analizan y procesan los errores que llevan a cada uno de los casos de asesinato.

Si no se cambian las estrategias no es posible mejorar los resultados.

También resulta sorprendente, o más bien frustrante, que el número de chicas que eligen cursar carreras técnicas (ciencias, tecnologías, matemáticas o ingenierías) y formación profesional esté bajando en los últimos años a pesar de las campañas y de iniciativas como llevar a científicas de éxito a los institutos para que sirvan d ejemplo. La propia consejera Blanco reconoció en el Congreso que habrá que buscar otros incentivos para torcer una tendencia preocupante.

Y el tercer asunto, quizás el más grave, se refiere al creciente machismo entre los jóvenes y adolescentes. «Estamos viendo formas de machismo que creíamos erradicas», reconoció la titular de la Consejería de Familia. La mala influencia de las redes sociales, con sus inadmisibles estereotipos de género, está detrás de este alarmante fenómeno, pero también la reacción de las nuevas generaciones al feminismo radical, que algunos toman como una imposición. Los chicos y chicas están expuestos a contenidos violentos en videojuegos, películas y vídeos de TikTok que normalizan las actitudes agresivas y al mismo tiempo se ven influidos por la presión del grupo de amigos donde intentan demostrar una falsa masculinidad.

No es normal que otra persona te controle el móvil o la forma de vestir, como bien indicó la consejera. No es admisible en absoluto y los adultos son cada día más conscientes de la importancia de estos micromachismos que pueden desembocar en violencia, pero los jóvenes, una parte significativa de ellos, lo ven de otra manera.

Son tres puntos negros en un panorama que ofrece logros importantes en cuanto a la incorporación de la mujer al mundo laboral o el crecimiento de su presencia en puestos directivos en las empresas.

La conclusión es que el camino hacia la igualdad efectiva de mujeres y hombres está sembrado de minas y las administraciones deben ponerse las pilas.

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