El Corredor sentado

Loable acuerdo el firmado ayer por los alcaldes de Salamanca y Ciudad Rodrigo con representantes de ciudades y regiones portuguesas para defender el desarrollo ferroviario del Corredor del Atlántico. Ahí estaban Carlos García Carbayo y Marcos Iglesias firmando la Declaración Regional Conjunta que insta a los gobiernos de ambos lados de la frontera a hacerle un poco de caso a esta tierra olvidada en los grandes planes de infraestructuras, a pesar de que Europa apuesta por la zona.

García Carbayo es consciente de que Salamanca está «en un segundo o tercer plano» para el Gobierno sanchista, así que esta vez ha preferido concentrar sus peticiones en dos proyectos: el final de la electrificación de la línea a Fuentes de Oñoro y la recuperación del Corredor del Atlántico como vía fundamental para el transporte de Sur a Norte de la península.

Me temo que ni Sánchez ni su ministro de Transportes estén ahora mismo para escuchar los gritos de auxilio de salmantinos y portugueses. El presidente del Gobierno está muy ocupado entrevistándose con los dictadores de Asia y solo tiene ojitos para los separatistas catalanes, a los que ha prometido el 25 % de esos 14.100 millones con los que va a compensar a los perjudicados por los aranceles de Trump. Los salmantinos contribuyen con sus impuestos como el que más a llenar las arcas del Estado, pero a la hora de repartir los favoritos son los catalanes por exigencia del delincuente fugado a Waterloo. Y si hablamos de corredores, a Sánchez le mola el del Mediterráneo, como compensación a los mismos separatistas por su apoyo para permanecer en La Moncloa.

El viaje presidencial a Vietnam y China no podía ser más oportuno. Desde luego, si se trata de provocar la ira de Trump, las entrevistas con los líderes de esos países comunistas suponen el mejor acicate.

El presidente estadounidense dio ayer una parcial marcha atrás con los aranceles: a todo el mundo, incluida Europa, le rebaja el castigo de manera provisional durante tres meses al 10 % (para la UE era el 20 %) mientras que a China le dispara el cargo a sus mercancías al 125 %. Ahora se abre un periodo de negociaciones bilaterales en el que España, gracias a la torpeza de Sánchez, será uno de los países marcados como enemigos. Ya lo apuntó ayer el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, en una amenaza al fino estilo trumpiano: alinearse ahora con Xi Jinping «es como cortarte el propio pescuezo». El problema para los españoles es que no será el cuello de Sánchez el que será rebanado, sino el de cientos de miles de trabajadores afectados por los aranceles.

El viajecito asiático del pasajero del Falcon forma parte de la errática e incomprensible política exterior de este Gobierno, que solo se lleva bien con los dictadores, los sátrapas y los terroristas, sean chinos, palestinos o bolivarianos. En Europa cada vez pintamos menos y con Marruecos nos une una relación de sumisión: Sánchez actúa al dictado de Mohamed VI debido, al parecer, a inconfesables secretos telefónicos.

Todo lo bien que Sánchez quiere llevarse con la Venezuela de Maduro o la China de Jinping se vuelve indiferencia con Portugal. España debería tener relaciones preferentes con los lusos, pero son demasiado demócratas para tenerlos en tal alta consideración.

Así que las loables peticiones de los alcaldes salmantinos y portugueses caerán de nuevo en el olvido. El Corredor del Mediterráneo habrá llegado a la meta y estará descansando en su casa para cuando el Corredor del Atlántico pueda echar a andar.