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CUADERNO DE DUDAS

Rosalía y el ruido

Martes, 21 de noviembre 2023, 05:30

Qué alegría para el cuerpo y qué higiene para el alma que al día siguiente de la investidura de Pedro Sánchez, por las calles, plazuelas, bares, terrazas, foros o chats que uno frecuenta, solo se escuchara hablar de la memorable actuación de Rosalía en la ceremonia de entrega de los Grammys Latinos celebrada en Sevilla.

Qué milagroso descanso se respiró en esos lugares donde se pierden los amigos que uno ha elegido y donde quedó suspendido de repente todo el ruido ensordecedor que estos últimos días nos han estado inyectando en vena nuestros políticos, cada uno desde su particular trinchera y que lo que mayormente se estuviera celebrando fueran esos tres minutos y cuarenta y ocho segundos de estruendosa, intensa y cegadora belleza.

Esa belleza que surgía de la voz de una muchacha, sobradísima de talento susurrando con despecho tras unas enfebrecidas guitarras flamencas a las cenizas de un amor acabado. Esa belleza de la memorable canción escrita por el veterano Manuel Alejandro, un compositor tan genial que aún es capaz de tumbar de un solo mandoble de sublime elegancia a todo un ejército de chabacanos reguetoneros urbanos de rabiosa actualidad recién llegados de ultramar en clase business.

Mientras los fulanos que enarbolan banderas franquistas por un lado y los menganos que escaparon en un maletero por otro planean su agenda del día siguiente después de consumar sus respectivos chantajes, unos para gobernar en multitud de comunidades y ayuntamientos y otros en el gobierno central, comparece una sublime cantante vestida de negro y tras plantarse en mitad del escenario nos clava sus uñas larguísimas en el corazón dejándonos a todos con la boca abierta completamente hipnotizados ante la seducción más básica y directa.

«Se nos rompió el amor tan grandioso / jamás pudo existir tanta belleza / las cosas tan hermosas duran poco / jamás duró una flor dos primaveras» canta Rosalía y en ese glorioso instante enmudecen y desaparecen del mapa los insultos y las consignas, las mentiras y las pancartas, el diario de sesiones y los presupuestos, la corrupción y el España se nos rompe, los ministerios y las consejerías, las réplicas y las contrarréplicas, los intereses y los preceptos constitucionales.

Después de envenenarnos con tanta crispación, se agradece ese destello de luz colándose en la oscuridad. Esa luz hermosa de la emoción que provocan esos seres excepcionales que de verdad hacen del mundo un lugar más amable. Qué pena que solo durase un instante.

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