Gracias a la invitación a formar parte del jurado de ese fantástico y necesario concurso de bandas que organiza cada año Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes para músicos salmantinos o residentes y que este año ya cumple su IV edición, descubro algunas de las hermosas canciones y la poderosa voz de Palaya, un nombre que así de pronto podría sugerir algún lugar paradisíaco y recogido de la Costa Azul o quizás un memorable trago de algún cóctel elegante y afrutado pero que muy lejos de las citadas y refrescantes evocaciones nos conduce directamente, tirando un poco del hilo, al mismísimo infierno creado por el indeseable Putin tras invadir en febrero del año pasado Ucrania.
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Palaya es el nombre artístico detrás del que nos muestra nos propuesta Ana Hridnieva, la fantástica cantante de la que les hablo, una letrista y compositora que cuando parecía que el futuro más le sonreía, con un primer y estupendo disco recién editado, se despertó bajo la terrorífica y real pesadilla de vivir bajo los insoportables ruidos de las explosiones y las alarmas que puso en marcha la obscena maquinaria de la guerra para ver cómo en un instante cambiaba toda su vida y cómo saltaba por los aires su ciudad (Dnipropetrovsk, situada en pleno centro de Ucrania) y todo su porvenir.
En busca de refugio en el exterior y cuando las fronteras de los países más cercanos colapsaban de refugiados en busca de hogar, Ana descubría en internet la generosa oferta de una familia ofreciéndole a ella y su familia techo y cama en una ciudad de la que nunca había oído hablar: Salamanca. Es gracias a esa familia que hoy la tenemos por aquí alegrándonos la vida con su maravillosa voz, a veces integrada en la misma Big Band de la Universidad de Salamanca, emocionando al personal en un concierto benéfico celebrado en la mismísima Catedral o calentándonos el corazón a los noctámbulos desde el humilde escenario de cualquier garito.
Palaya en ucraniano significa «estar en llamas» o «tener pasión por algo» y ese vehemente arrebato es lo que sigue alentándola a sentarse a escribir y cantar canciones tan prodigiosas como «Glory» o «Héroes», aliñadas es verdad con la devastadora experiencia vivida en su país pero al mismo tiempo también embadurnadas con la esperanza de un mundo mejor y la necesidad de homenajear a los hombres y mujeres que aún permanecen allá en el frente arriesgando su vida a diario por la libertad de Ucrania.
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