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Aunque solamente sea un detalle, probablemente no exista otro más revelador y que mejor defina la actual frustración de un pequeño sector del PP y de Vox (menos mal que minoritario) ante la posibilidad de que Pedro Sánchez pudiera formalizar un nuevo gobierno, que ese indecente espoleo a los abucheadores que el pasado 12 de octubre volvieron a acercarse a embarrar el desfile militar con sus insultos y abucheos al presidente anunciados los días previos por algún dirigente del PP con la alegría de quien da por inaugurada la veda a una partida de caza.
Lo hicieron también hace unos días aceptando como normal ese acoso a Óscar Puente en un tren por parte de un sujeto con un largo historial de episodios de violencia. Ojalá algún día quienes jalean esa mala educación que demuestran los abucheadores, al tiempo que se autorretratan sin darse ni cuenta, comprendiesen que esas broncas de los vociferantes no son más que una manera más de demostrar la intolerancia y la incapacidad para aceptar que aparte del deseo de colocar en el poder a los suyos a toda costa, deben respetarse otras formas de pensar y gestionar un país y que si nada menos que ocho millones de personas aprueban y desean que ese a quien insultan se ocupe de buscar acuerdos para seguir presidiendo un gobierno, no queda otra que aceptarlo. En ese pequeño pormenor consiste lo que conocemos por democracia.
Mucho me temo que pudiera ser precisamente que este fomento del grito y la bronca de los alborotadores y esta pasión tan visceral por la algarabía callejera, la descalificación y el jaleo puede que tenga su importancia a la hora de que mucha gente instruida y educada, sean cuales sean sus ideas políticas, huyan despavoridas de esas opciones que defienden precisamente el insulto y la mala educación o la justifican como modo más habitual de influencia política.
Asustan mucho esas caras rojas de ira lanzando improperios o infames eslóganes como ese «que te vote Txapote» condenado por las mismas víctimas de terrorismo y asustan mucho más quienes lejos de condenarlos, recriminarlos y luchar por favorecer la convivencia entre todos nosotros se dedican a hacer apología de estos comportamientos crispando al personal y tratando de fomentar el odio hacia ciertos políticos por el simple hecho de que no sean de su cuerda.
Ojalá lo vayan comprendiendo. Tienen mucho tiempo para reflexionar sobre ello. Por lo menos hasta el próximo 12 de octubre.
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