De la música de Lluís Llach admiraba su compromiso, su refinada y combativa poesía, la belleza de sus metáforas, la profundidad de una música con ricas armonías y la valentía de elegir para expresarse un idioma que claramente acotaba su difusión comercial. De las canciones de Julio Iglesias la sencillez popular y romántica servida en una voz cálida y universal, el humor y la alegría simple y jovial que le transmitía sin necesidad de esforzarse en comprender nada, el chismorreo sentimental de las historias, el divertido erotismo light de algunas de ellas, la belleza llana y sencilla del idioma de Cervantes y las ganas de lanzarse a acompañar al cantante improvisando un karaoke doméstico en el que el palo del cepillo le servía como micrófono.
Publicidad
Así que se había hecho con una colección de la discografía de Lluís Llach editada con el patrocinio de el Consorci Barcelona y distribuida por La Vanguardia y se había hecho con toda la discografía de Julio Iglesias producida por la multinacional Sony y distribuida por Primera Plana.
Entre semana solía escuchar al catalán, reservando para el finde, al gallego. En consecuencia, según las canciones que tuviera en la cabeza en esos instantes, los días de diario soltaba en la oficina ditirambos izquierdistas con ramalazos independentistas mientras que los fines de semana era un entusiasta de las derecha más tradicional y patriótica, partidario en una España indivisible y poderosa.
Estas incoherencias a él no le suponían problema, pero a su mujer la traía completamente loca. Unos días parecía que se había casado con el mismísimo Puigdemont y al día siguiente que despertaba al lado de Abascal.
Sucedió una noche que reordenando la estantería se le ocurrió colocar en la estantería más alta las dos colecciones una al lado de otra. En la parte izquierda, como es natural, la de Llach. A la derecha la de Iglesias. Y aquí viene lo sorprendente. Cuando se levantó al día siguiente las dos colecciones estaban tiradas por el suelo completamente destrozadas, con las hojas de los libros donde se incluían las letras arrancadas y los cedés rayados e inservibles. Era como si entre ambos cantantes se hubiera producido un terrible y cruenta reyerta durante la madrugada y ninguno hubiera sobrevivido.
Publicidad
Afortunadamente desde esa brutal noche, su mujer asegura que lo ve mucho más razonable y centrado, coherente y cabal, de lo que viene a deducir que no hay mal que por bien no venga.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.