Un servidor tenía pensado hoy escribir un artículo celebrando la reciente apertura de una nueva biblioteca en Salamanca. Me refiero a la Biblioteca «Carmen Martín Gaite», tan acertadamente bautizada en honor a una de nuestras escritoras más esenciales, una biblioteca que además tenía la pertinencia de abrir sus puertas en uno de nuestros barrios más humildes y olvidados y acaso por eso, ser más necesaria y bienvenida. No todo van a ser casas de apuestas.
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Así lo he hecho cada vez que una biblioteca nueva ha abierto en la ciudad, considerando que es una de las mejores noticias que puedan festejarse. Una biblioteca es todo lo que necesitamos una vez cubiertas nuestras necesidades más básicas de salud y alimento. El acceso libre y gratuito a la cultura, y a la lectura en particular, es lo que más distingue al personal cultivado de la bestia inculta y analfabeta.
He aquí, sin embargo, que no me han dado tiempo a escribir mi bienvenida. A apenas un mes de la inauguración, ha cerrado con la excusa de que no se habían previsto entre varias necesidades las labores de mantenimiento y de que en realidad faltaba lo que distingue a una biblioteca de cualquier otro espacio. Por increíble y surrealista que parezca, faltaban libros. Y eso que la inversión anunciada en el día de inauguración ficticia y de pacotilla, no era moco de pavo: 3 millones de euros.
Nadie que pretenda en el ámbito privado inaugurar, por ejemplo, un bar, se atrevería a abrirlo sin disponer de bebidas que ofrecer a su clientela. Nadie que pretenda abrir unos grandes almacenes se atrevería a inaugurarlos con las estanterías vacías de género, pero en el ámbito público hace tiempo que nuestros políticos han perdido no solo la sensatez y el raciocinio sino hasta el sentido del ridículo.
Es así como se producen estas noticias tan chocantes y que mosquean tanto a los vecinos al sentirse, como es natural, engañados. La biblioteca que cierra sin fecha prevista de apertura a tan solo un mes de su inauguración viene a demostrarnos una vez más lo lejos que está el interés de la ciudadanía del de nuestras autoridades. El de los vecinos era disponer para el nuevo año de una biblioteca abierta en su barrio. El de los segundos simplemente sacar rédito político en el momento más oportuno, haciéndose a toda pastilla una fotito inaugurando de mentirijillas lo que saben que aún no está terminado.
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