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Ahora que el habitualmente seductor y poderoso cine norteamericano parece que ha perdido un tanto el norte entregándonos con frecuencia historias más bien absurdas, falaces y hasta un pelín desalmadas (los engendros de «La sustancia» o « Babygirl», de reciente estreno son ejemplos) aunque eso sí, con producciones millonarias, de repente el cine español nos entrega dos maravillosas películas de esas que dejan en completa evidencia a todo aquel que de entrada y por prejuicios de todo tipo (incluidos, como no, los políticos) condena la capacidad de nuestros cineastas para emocionarnos y tocarnos la fibra con sus historias.
Me refiero a las maravillosas «La estrella azul» y «El 47», dos de las películas que partiendo de presupuestos modestos este año acaparan con todo merecimiento buena parte de las nominaciones a los premios Goya. Son dos películas muy distintas entre sí, pero que también tienen en común la decidida huida del mundo pomposo, insulso y vacío de los oropeles para narrar historias de gente humilde y sencilla, noble y luchadora, ese territorio un tanto inexplorado y que tanto parece avergonzar a quien vive recluido en las altas esferas precisamente ahí donde el ideal más consistente parece ser el de acumular riqueza con avaricia en dura competencia con sus semejantes despreocupados de los que peor lo pasan.
«La estrella azul» está basada en la vida del roquero aragonés Mauricio Aznar, uno de esos cantantes y compositores que nunca frecuentó las listas de éxitos pero nos dejó un puñado de canciones llenas de corazón y autenticidad. Inconformista, curioso y eternamente insatisfecho cruza el charco y recorre la pampa argentina en busca de estímulos, raíces y nueva energía.
Otro viaje, bien diferente es el radiografiado en «El 47», otra deliciosa y emotiva película. Cuenta una de las muchas historias personales de aquellos inmigrantes andaluces o extremeños que buscaron amparo en la Barcelona de los años sesenta y setenta. Un viaje de pura supervivencia en el que comienzan levantando sus precarias casas y que como es habitual tropiezan primero con la resistencia y la oposición de los adinerados y después con esa clase política mantenida por esa misma burguesía catalana, empeñada en ponérselo difícil a unos seres humanos que además de venir a aportar riqueza luchan por defender su casa, su trabajo y unas condiciones dignas y básicas. Una batalla que les sonará seguro por sus muchas referencias y conexiones con la actualidad. No se la pierdan, por favor.
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